Un día tranquilo de invierno en el Monte Fuji, el viento trajo los sueños y pensamientos de los nobles otakus del mundo, que fueron escuchados por lo profundo del monte, estos sentimientos se fueron uniendo y formando un núcleo cálido en una pequeña cueva en lo más alto de la montaña.
Con la primavera vino la vida y el aroma de las flores fue fortaleciendo el núcleo y dándole un poco de color, este crecía de un tono rosa y verdoso, pero además se llenaba cada vez más de sueños y deseos que venían de todo el mundo.
En el verano junto al pequeño núcleo se sentó un gatito que lo lamia y lo cuidaba, lo tapaba con hojas verdes que le protegían del terrible sol.
Y al otoño las hojas secas se incorporaron al núcleo el cual ya era mucho más grande y palpitaba lleno de esperanza. El gatito continuaba a su lado dándole ánimos de salir.
Así, al finalizar el siguiente invierno y con los primeros aires de primavera el núcleo comenzó a levitar saliendo de la cueva y poniéndose en el pico más alto. El viento y el brillo del sol dieron vida a una niña de piel y cabello blanco, pequeña con las mejillas rosa y los ojos claros, de inmediato floto hasta el suelo y cubierta con flores el gatito la tomo de la mano la llevo hasta su carroza y le dijo: – «Yume-Sama, eres la dueña de todos nuestros sueños, hemos estado esperando por ti». La princesa sonrió y monto en la carroza. Y ambos se fueron rumbo a Yumelandia, país donde los Yumelanies trabajan para llevarle cada día información a los otakus del mundo.
Autora: Dulce Rodríguez
Arte: Daniel Zúñiga