Daredevil – obligatoria de ver.
¿Cómo es posible que no había visto aún la serie de Daredevil que nos trajo Netflix en este pasado 2015? Nada parecida a la infame película del mismo nombre, la primera temporada de las aventuras del abogado ciego Matt Murdock en Hell’s Kitchen fue un éxito tal que logró no solo una segunda temporada sino también la aprobación de la nueva serie de Jessica Jones (no, aún no la he visto) apuntando hacia Iron Fist y The Defenders. A mí me encantó, y les cuento el porqué.
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Los personajes.
Los personajes son agradables. No sé si el Matt Murdock es el ciego más creíble que he visto a nivel de actuación, pero los personajes secundarios son maravillosos, en especial Franklin «Foggy» Nelson, mejor amigo y socio de Matt. Ben Urich también es un excelente personaje secundario con quien uno se puede identificar facilmente. ¡Y no me hagan hablar de los enemigos! Fisk, Madame Gao (mi favorita), Nobu… los escritores de la serie logran manejar a la perfección el balance entre mostrarnos algo de las motivaciones de los personajes y mantenerlos en un halo de misterio, esperando siempre al mejor momento para darnos pequeñas revelaciones para convertirlas en grandes instantes que me hicieron brincar de mi silla en más de una ocasión.
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Los flashbacks
Un poco relacionado con el punto anterior, mucho se ha dicho que entre tantas películas de superhéroes, el público está cansado de historias de orígenes. La típica historia de la mordida de la araña, de la radiación gamma, de los cuatro fantásticos descubriendo uno por uno sus poderes. Daredevil no es el caso. La serie sabe tomarse el tiempo para revelarnos, un episodio a la vez, un poquito del pasado de los superhéroes para irlos entendiendo mejor, gradualmente. Daredevil sabe cómo tirarnos de una vez a la acción pero combinarlo a la vez con un lento proceso de descubrimiento de quién es Matt Murdock. El capítulo de Stick es uno de los capítulos que más énfasis hace en el pasado del personaje principal, y se trata del sétimo capítulo de trece.
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La acción
La acción se siente… real. Eso sería la mejor descripción. Lo que más real se siente es el daño. La serie está dirigida de manera que uno siente cada corte, cada golpe que da o recibe el personaje principal. Dos escenas en particular señalaría yo al respecto de esto. Una es la pelea contra Nobu el lider yakuza. La otra escena, que la antecede por varios episodios, es la pelea final del segundo capítulo, Cut Man, en la que vemos a un Daredevil herido y cansado teniendo una pelea en un estrecho corredor contra varios matones rusos. La coreografía es una obra de arte muy bien dirigida, donde uno como espectador siente el desgaste del héroes, el agotamiento físico y emocional es palpable en cada golpe.
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El villano
¿Qué sería Batman sin el Guazón? Bueno… seguiría siendo increible probablemente. Aún así, un buen villano hace posible que el héroe brille. En este caso Wilson Fisk puede ser el mejor villano con el que nos haya salido Marvel desde la representación de Loki por Tom Hiddleston. Claro que sobre esto tiene mucho que ver la posibilidad de profundizar en el personaje que permite una serie de TV (y que, en el caso de Loki se debió a sus múltiples apariciones en las películas en contraste con villanos de turno como Ultron). En Daredevil, Wilson Fisk (interpretado por Vincent D’Onofrio a quien yo recuerdo con cariño por su papel en La Ley y el Orden) es un producto de Hell’s Kitchen de la misma manera en la que lo es Daredevil. Son caras opuestas de la misma moneda. Lo más increíble es que uno llega a sentir hasta lástima por el villano. Los flashbacks dedicados a él pueden ser de los mejores de toda la serie.
Recomiendo profundamente ver esta serie. Verla debe ser obligatorio para cualquier amante de los cómics y aún para los que no son grandes amantes de lo superhéroes, sigue siendo una fuerte recomendación, pues se trata de un drama de crimen muuuuy bueno. Ahora sólo queda esperar a ver la segunda temporada y les aseguro que esta vez no esperaré tanto para llegar a verla.