Cualquier mesoamericano probablemente ha escuchado, quizá en broma o tal vez en serio, la advertencia de no pasarse de tragos y regresar temprano a casa para evitar un encuentro con El Cadejo. Esta criatura espectral que aterrorizó a chicos y grandes desde México hasta el inicio de Sudamérica ha trascendido a nuestros días como parte del folclor popular, al punto de que en Costa Rica hasta una banda de rock adoptó su nombre. En territorio nacional, a este espanto se le conoce como El Cadejos.
GIGANTE MANSO
La versión tica de esta leyenda habla sobre un enorme perro negro, parecido a un lobo, con ojos rojos como la sangre, peludo (que de hecho cadejo hace referencia al pelo enmarañado), flaco, con gruesos colmillos que parecen de jaguar, el cual arrastra cadenas, tiene afiladas garras o patas de cabra, dependiendo de la versión, y que pese a semejante estampa resulta inofensivo, pues no hace otra cosa que acompañar a los borrachos en los caminos despoblados, mirándolos con desdén o quizá preocupación.
Se dice que contra esta bestia son inútiles armas de fuego o blancas, sin embargo, tampoco tiende a atacar y preferirá retirarse antes de causar un daño. Se rumora que, a cambio de su protección, solo aceptará un tazón de agua fresca y desaparecerá en la noche, mientras se pierden el sonido de sus peculiares patas y cadenas, pero tampoco se sabe de alguien que se haya atrevido a acorralarlo, de modo que podría ser aún más peligroso de lo que se cree. En ocasiones, puede quedarse vigilando frente a la casa de la persona a la que acompañó. También gusta de asustar a los niños traviesos que no se duermen temprano.
“OBEDECERÁS A TU PADRE”
Con respecto a su origen, las narraciones cuentan acerca de hombres que cayeron en desgracia y fueron maldecidos. Dos versiones de la historia comentan de hijos cuyos padres pronunciaron contra ellos estas duras palabras: “Echado y en cuatro patas seguirás por los siglos de los siglos, amén”.
En uno de los casos, se trataba de un joven vagabundo de Cartago o Escazú que no obedecía a su progenitor cuando este le ordenaba efectuar labores del campo, mientras que el otro fue un muchacho que decidió asustar a su papá con aullidos y el sonido de unas cadenas que lo seguían, pues el hombre siempre salía en inobjetable estado etílico y a deshoras de las cantinas.
Una tercera versión nos habla de un sacerdote que deshonró sus votos, de manera que el mismo Dios profirió contra él la conocida maldición, añadiendo que el Cadejos sería libre tras 100 años de penar (o 300, según otras fuentes), pero se dice que, como decidió suicidarse arrojándose al cráter del volcán Poás, justo antes de cumplirse el plazo, seguirá vagando por la eternidad sin hallar descanso en este mundo ni en el otro. O también se cuenta que dicha criatura es la causante, en su sufrimiento, de la actividad volcánica del coloso, elijan el fatídico destino que más los perturbe.
Si bien podríamos llevar este reportaje hacia el análisis de la moralidad del ser costarricense evidenciando cómo la voluntad del patriarca es ley y no puede ser cuestionada, al punto que cualquier castigo resulta justo ante la rebeldía, o la sumisión velada hacia la autoridad eclesiástica y la figura divina por medio de mitos, no pretendo ahondar en semejantes berenjenales. Lo anterior porque existen otras historias más del Cadejo.
¿EL O LOS CADEJOS?
Quisiera resumir exponiendo similitudes entre versiones. En primer lugar, tanto en México como Nicaragua, Honduras, Guatemala, El Salvador, Belice, Panamá y Colombia, se habla de cadejos, en plural y como nombre común, porque o se considera que este perro demoniaco es una raza de canes que sale al anochecer o bien porque existen dos, uno blanco creado por Dios y uno negro enviado por el diablo a recolectar almas en su nombre. Me pregunto hasta qué punto el hecho de que se hablara de varios en vez de uno en otras latitudes terminó haciendo que llamáramos a nuestra versión del mito “Cadejos”. Igualmente, en el resto del continente existen sitios donde se considera que es un solo espanto, como en la versión tica.
En el caso de la jauría espectral, se les teme porque son capaces de matar humanos, de hecho, los desaparecerían, y chupan la sangre del ganado. En cuanto a los otros cadejos, mientras el negro puede robar el alma de las personas que se crucen en su camino cuando transitan en despoblado, dejándolas trastornadas hasta su muerte, el blanco protege a la gente de toda clase de peligros, incluyendo a su contraparte, como una especie de ángel guardián. El incienso sirve como arma para ahuyentar al cadejo malvado.
TIENE COLA QUE LE PISEN
Y el asunto no se queda ahí, pues todas estas historias tienen una cierta influencia de las culturas originarias americanas, como por ejemplo con la creencia mesoamericana del nahual, un espíritu acompañante que tomaba forma de un animal y se encargaba de darle protección a las personas.
Aparte, es interesante cómo se rumora sobre estas criaturas desde hace cientos de años, de hecho, las recopilaciones de leyendas populares hacen referencia a épocas lejanas, aproximadamente finales de los años 1800 y hasta su actualidad como el tiempo en que se originó el temor por este espanto, casi siempre durante el siglo pasado. Entre estas, podemos citar “Leyenda del Cadejo” de Miguel Ángel Asturias (1930), donde se narra una versión de su posible concepción, así como el costarricense Fabio Baudrit en “Cadejos” (1976).
Para continuar con los canes espectrales, curiosamente en Cataluña, en 1602, se representa por primera vez la figura de los dips en el poblado de Pratdip (de hecho, el nombre del pueblo significa literalmente “prado de los dips”). Estas criaturas serían perros lobos o lobos vampiros, que atacaban indiferentemente a personas o ganado para chuparles la sangre.
Los malpensados dicen que esto fue un invento de las autoridades con miras a evitar que las personas se desvelaran y aprovecharan para tomar licor en las cantinas hasta entrada la madrugada. De todos modos, las similitudes llaman mucho la atención y generan suspicacias, pues no parecen simples coincidencias.
MUY FAMILIAR
Y si vamos a hablar de similitudes entre perros fantasmales, cabe también mencionar al Familiar, que podría considerarse una versión argentina del Cadejo. Esta representación del diablo pactaba con hombres acaudalados para dotarlos de más riquezas a cambio de sacrificios humanos.
Se trata de un perro negro gigantesco capaz de tragarse a un hombre entero de un bocado, que presuntamente habitaba en las mansiones de los terratenientes y al cual se culpaba de las desapariciones de empleados en los inicios de las organizaciones sindicales. Algunas fuentes mencionan que este espectro caza a todos los miembros de la familia de las personas que devora y ese es el motivo de su nombre.
Alcohol, maldiciones, espantos, demonios, perros espectrales… Un buen cóctel para olvidar a los verdaderos monstruos que nos roban la paz a diario. Así concluye este breve repaso por la leyenda del Cadejos. Ya para despedirme, y luego de todo lo mencionado, los insto a cuidarse cuando salgan a la calle a tomar, a no hacer enojar a sus padres ni mucho menos faltar a las enseñanzas de la Iglesia si se dedican al sacerdocio, porque las consecuencias pueden ser peludas… y quizá eternas.