Cada tanto tiempo aparecen series o películas que ilusionan a los fanáticos del terror y el suspenso, porque les ofrecen algo que vale la pena ver y disfrutar y no el típico baño de sangre del que se suele abusar sin necesidad; como si fuera estrictamente necesario para ofrecer un “buen producto”.
El pasado 24 de septiembre estrenó Misa de Medianoche (Midnight Mass) en Netflix y vino a ser justamente eso: Una bocanada de aire fresco para un género que, de un tiempo para acá, explota una y otra vez la misma fórmula fallida de siempre.
El guion de la serie nos transporta a Crockett Island, lugar en donde la religión juega un papel fundamental, pero cuyos habitantes han venido perdiendo la fe ante la falta de buenas condiciones de vida. Es en el peor momento posible en el que el Padre Paul llega y comienza a atraer a los fieles con monólogos bien planteados y mostrándoles que los milagros existen, pero será muy tarde cuando alguien se pregunte cuánto valen esos milagros.
Hamish Linklater (quien interpreta al Padre Paul) carga con el peso actoral de la serie y regala a los espectadores la que yo considero que es su mejor interpretación en su carrera (lo afirmo sabiendo el riesgo que implica no haber visto todas sus películas). Eso sí, el resto de actores no se queda atrás e interpretan a la perfección, y ayudados por un tremendo guion, el desarrollo de cada uno de sus personajes.
Poco más se puede decir de esta serie sin arruinar las sorpresas que la historia tiene preparadas para quien aún no la haya visto.
Por mi parte, yo me despido recomendándoles que la vean cuanto antes y deseando que Netflix siga generando contenido de tantísima calidad.