El Origami (papiroflexia) ya es mundialmente conocido como el gran arte de doblar papel, inclusive ya que al decir dicha palabra lo primero que ronda por nuestra cabeza son la infinidad de figuras que se pueden crear haciendo simples pero precisos dobleces en una hoja y es que eso es lo característico de dicho arte; que puedes hacer lo que sea: desde grullas o aviones hasta Poros o Yodas en 3D (los menciono porque una persona muy especial me ha enseñado cómo los hace) y que sin duda se comparte a través del mundo entero.

Hagiwara Ichirou, profesor de la Organización para la Coordinación Estratégica de Investigación y Propiedades Intelectuales (OCEIPI) de la Universidad Meiji menciona que el Origami puede ser la base de una empresa de billones de yenes ya que no es simplemente un arte sino el comienzo de cualquier tipo de innovación tecnología industrial.

Incluso, como dato curioso los ingenieros británicos de la Segunda Guerra Mundial se basaron en los adornos de la fiesta de Tanabata para desarrollar la tecnología de estructura de panal; recientemente se puede ver a menudo como acolchado para cajas de cartón. En el Shinkansen, el tren bala japonés, se utiliza un suelo con panales de aluminio para reducir las vibraciones, y en los cohetes de los satélites artificiales se utilizan paredes con revestimiento de panal para evitar los daños acústicos que podrían producir las vibraciones de la ignición justo antes del despegue.

Dicha innovación hexagonal ahora es valorada en billones de yenes y lo más irónico es que una tradición nipona dio origen a una nueva tecnología en el Reino Unido.

Avanzando a través de las épocas nos encontramos ante un nuevo mundo, aún más avanzado y próspero; pese a que sea una tradición japonesa ahora se maneja a nivel mundial (en agosto de 2014 participaron cerca de 300 personas de treinta países en el Sexto Encuentro Internacional de Ciencias, Matemáticas y Educación del Origami) y en el que incluso ahora se desarrollan «cálculo del origami» a manos de un software que simula los dobleces del papel para un cálculo preciso y más óptimo, recaudando así un valor de 16 millones de dólares.

Recientemente Eric D. Demaine, profesor de computación del Instituto Tecnológico de Massachussets presentó un modelo de robot plegable a base de puras capas de polímeros con memoria para poder adaptar formas y recordarlas. La idea gustó tanto que ya se encuentran investigando y patentando más pruebas para el robot de papiroflexia.

En la tierra del sol naciente no se quedan atrás, como era de esperarse, y se realizan nuevas tecnologías a base de papel. Tal es el caso de Issey Miyake, diseñador de moda, diseñó un vestido plegable en colaboración con el profesor Nojima. El vestido contaba con los modelos makitori (enrollado) y ensui oritatami (plegable cónico), diseñados por Nojima. La invención e investigación del vestido generará, si es que sigue en pie, una nueva forma para los productos y relaciones industriales como paneles solares para satélites o paraguas y abanicos con nuevas formas, más económicas e innovadoras.

Los satélites artificiales utilizan la tecnología denominada “Miura ori” (doblado Miura), que se utiliza para plegar los paneles solares, pero hay otra estructura relacionada que ha hecho su aparición recientemente, la llamada diamond pattern (patrón de diamante), utilizada para las latas de Chu-Hi, una bebida alcohólica de Japón.

Solo ponte a pensar: hay infinidad de utilidades para el papel doblado. Podremos avanzar y construir botellas desechables, chasis para vehículos ligeros pero resistentes e incluso bolsas de aire para vehiculos de papel. Incluso en el tema de la arquitectura, solo tenemos que dejar volar la mente y avanzar para volver de este ingenioso mundo un mejor lugar para vivir, accesible a nuestras necesidades pero aún así a mano con el ambiente. Este es un claro ejemplo de que la solución es más simple de lo que parece, solo hay que pensar.

Dejando en claro la papiroflexia te pregunto: ¿Sigues pensando que es solo doblar papel?

Fuente: Nippon.com

Por Felipe Vargas