Los libros de terror infantil escritos por Alvin Schwartz e ilustrados por Stephen Gammell fueron llevados a la gran pantalla. Scary Stories to tell in the Dark se estrenó recientemente en los cines de Costa Rica, y en Revista Yume les contamos que nos pareció.

Ambientación

Halloween del año 1969. Es importante la época, pero más aún la ambientación halloweenesca que impregna todo. Desde el inicio, sin que suceda nada, cada elemento está cuidado para introducirnos en un cuento de terror imaginado por la mente de los más jóvenes. Y no tenemos ni que mencionar la personificación de los distintos monstruos o entidades, creados más allá de una animación por computadora. Gran trabajo de escultores y maquillistas trayendo a la vida las ilustraciones de Gammell.

Cada escenario aporta de igual forma, ya sea el nostálgico auto-cine, la gótica casa embrujada o el tenebroso hospital (excelente uso espacial para la gran secuencia del «Red Room»).

Fotografía

El color es muy importante en esta película. Los distintos episodios se identifican con un color en específico, rojo, azul rosado y verde. Esto hace que los sintamos independientes a pesar de formar parte de un todo en el filme, al fin y al cabo son «historias de terror» que bien podrían dar vida a cortometrajes por si solos. Y claro, en parte el ambiente tétrico generado se debe al trabajo para iluminar cada episodio, desde un maizal a media noche, hasta los pasillos rojos de un hospital.

Actuaciones

Jóvenes todos, no desentonan pero tampoco destacan. Grata sorpresa fue ver en un pequeño papel a Dean  Norris (Breaking Bad). Quizás lo que mas se reciente es la poca química entre el personaje protagonista interpretado por Zoe Colletti, y el joven Michael Garza.

Musicalización

Jump scares. Definitivamente no le hacían falta al filme. De hecho, la película funciona mejor cuando no utiliza esas subidas de volumen buscando el susto fácil en el espectador.

Veamos como ejemplo la ya antes mencionada escena del «Red Room». Se construye de muy buena forma la mejor escena de la película utilizando una melodía atmosférica, el jadeo del protagonista, sus rápidos pasos por los pasillos, el sonido de los bombillos que fallan, y una incesante sirena de emergencia. No hizo falta ningún subidón de volumen.

Narrativa

El argumento que hilvana los distintos episodios en cierta forma es una excusa para presentar cada episodio de terror, cada monstruo. Y se nota, ya que es simple y cliché.

El avance de la protagonista en la historia se vuelve mecánico y sin gracia. Se empieza a jugar al detective y todas las pistas van saliendo fáciles. También, no nos deja satisfecho cierta subtrama sugerida sobre la madre de la protagonista que luego se concluye con una llamada telefónica para salir del paso.

Aunque, debemos admitir, sin caer a profundizar en el campo de la interpretación del subtexto, que las referencias constantes a la Guerra de Vietnam no parecen ser solo contexto. Al fin y al cabo, el terror que podían vivir las familias al ver como sus hijos «desparecían» en una guerra sin rumbo, puede llegar a tener similitud con la forma en que de la noche a la mañana los jóvenes van desapareciendo en el filme.

En conclusión

Scary Stories to tell in the Dark está lejos de ser lo mejor en el género este año. Pero tiene suficiente creatividad en su aspecto visual y en la forma en que se realizan los episodios con los monstruos, como para ir al cine y disfrutarla.