El pasado 23 de agosto dio inicio la convención mas grande del país en cuento a libros se refiere. Estamos hablando de la Feria del Libro 2018, que se lleva a cabo en las instalaciones de la Antigua Aduana.

Las diversas actividades que completan este evento, se extienden por diversos lugares del casco central, entre ellos La Biblioteca Nacional, El Anfiteatro del Museo Calderón Guardia y el Teatro de la Aduana. Generalmente cada año al anunciarse la Feria del Libro, pensamos en ir a ver y comprar libros, aprovechando la gran variedad y descuentos que ofrecen las principales tiendas y las editoriales. Pero esto no es todo lo que se ofrece en estos días.

Charlas, talleres, conversatorios, obras de teatro, cuenta cuentos, son parte de la oferta.

Crónica de un domingo en la feria.

Un poco después de medio día el domingo, al llegar a la Antigua Aduana, me topo con el stand de los afiches con la programación para todas las actividades cada día, tomo uno y me doy cuenta que realmente hay muchas actividades. De inmediato al ingresar a la nave de ladrillo, lo primero que noto es la gran cantidad de personas caminando de un lado para otro como hormigas fuera de su  hormiguero. La distribución ya familiar de los stands de libros no varía mucho, ni el comportamiento de los asistentes tampoco, pequeños stands de editoriales costarricenses con pocas personas, mientras las mayores concentraciones se dan en los  puestos de las librerías comerciales.

No hay mucho que decir sobre la variedad de lecturas, hay de todo. Desde literatura clásica, hasta lo más reciente. Libros infantiles, libros académicos, historietas de comics y mangas, inclusive stands con juegos de mesa y funkos a la venta. Hay para todos los gustos.

Al salir de la nave de ladrillo, está la zona de comida, repleta de personas, con bastante variedad de gastronómica también. Novedad para mi este año fue la ubicación del toldo para el Salón de Ensayos, con bastante espacio aunque bastante vacío también. El público asiste como autómata a los stands de libros como si se fueran a acabar, no hay tiempo para sentarse a escuchar los conversatorios y presentaciones de libros.

El edificio de vidrio tiene una dinámica un poco diferente, ahí están ubicados en su mayoría los escritores y poetas nacionales, tratando de cazar uno que otro lector ocasional o empedernido, que se quiera dejar un ejemplar de sus obras con autógrafo incluido. También acá están los libros usados y restaurados, desde el famoso librito de Escuela para Todos, hasta alguno que otro libro sobre recetas medicinales naturales.

Al finalizar la tarde, aproveché la función de teatro presentada como parte de las actividades de la Feria. Se trata de la obra Tres Hermanas del dramaturgo ruso Antón Chéjov. Una adaptación un tanto libre de la historia original, con duración aproximadamente de una hora y cuarenta minutos. Dicha obra se estará presentando aún el otro fin de semana tanto el sábado como el domingo.

Al final, como todos los años, vale la pena darse una vuelta por la Feria del Libro. Eso si, tratando de aprovechar no solos los descuentos de las librerías, sino también, ojear las  actividades disponibles, y puede que, se vuelva mas interesante la visita.

Dando clic  aquí, podrán acceder al programa de actividades. La Feria continúa hasta el próximo 02 de setiembre.