Antes de que hubiese películas de terror, el miedo se esparcía por el mundo a través del folclor. Las mejores historias han perdurado, pero pocas siguen siendo capaces de asustar tanto como La Llorona.
Una madre, una mujer despechada, una asesina, una leyenda… ella es la mujer espectral sollozante que asecha ríos y canales, esperando en la oscuridad para llevarte a rastras si te portas mal o sales hasta tarde… Y lo último que escucharás será su escalofriante grito: “¡Ay, mis hijos!”
Siendo una de las figuras más icónicas y conocidas del folclor latinoamericano, La Llorona – así como su espantosa y eterna búsqueda de almas de niños para reemplazar a los que ella ahogó en vida – les ha producido pesadillas a generaciones de pequeños y ha dejado huella en gran parte del continente. La historia ha cobrado vida propia a lo largo de los siglos, y aunque ha dado varios giros, en cualquier versión e idioma, algo es seguro: sigue aterrando a cualquiera que la escucha.
“Cuando llegué a EE.UU., una de las primeras historias que me contaron fue la leyenda de La Llorona”, comenta el productor James Wan. “Al ver mis películas, las personas asumen que adoro las historias de fantasmas – y tienen razón – pero La Llorona es mucho más que eso. Te aterroriza en el nivel más profundo y apela a miedos que ni siquiera sabías que tenías. Es comprensible que sea una parte tan integral de la vida de la gente. Me obsesioné con la historia. Pensé: ‘Sería una figura maravillosa y espeluznante en la pantalla grande’”.
Al igual que Wan, el productor Emile Gladstone se topó con la leyenda popular hace años y desde entonces ha estado bajo su hechizo. “Más que nada, me maravilló la riqueza de la historia, su emotividad y cuán cautivante es el personaje de La Llorona”, señala. “Como productor, te emociona mucho llevar una historia así a la pantalla, porque las películas buscan hacer sentir algo al público, y esta leyenda es profundamente emocional”.
La Llorona es un relato que generaciones de familias han compartido con sus hijos, y el poder de ese legado fue el norte que le permitió al director Michael Chaves llevarla a un público más amplio. “Mientras preparábamos todo, procuré hablar con muchas personas que crecieron oyendo esta historia, y hasta con algunas abuelas que se la contaban a los niños. Lo fascinante es que nunca se cuenta del mismo modo dos veces. Entre más personas consultábamos, más detalles y variaciones escuchábamos, pero el relato siempre iba acompañado de asombro y terror. Terminé valorando muchísimo su disposición para explicarme la historia y quise honrar eso al hacer este filme”.
La actriz Patricia Velásquez conoce de cerca lo que inspiró el filme. “Pasé gran parte de mi infancia en México y Venezuela, crecí oyendo la historia de esta mujer que llora por sus hijos perdidos”, reflexiona. “Cuando éramos pequeños, siempre solían decirnos que debíamos portarnos bien o La Llorona vendría por nosotros. Y sí nos portábamos bien, porque nos lo creíamos, ¡vaya que sí!”, y agrega con una sonrisa enigmática: “En serio, incluso a esta edad, una parte de esa historia sigue enraizada en todos los que crecimos con ella”.
No es la única. “Lo aterrador de esta historia es que crees que realmente podría pasar”, agrega su coestrella Raymond Cruz. “Puedes usarla para asustar a tus amigos o hacer que tus hijos se comporten, pero sí han desaparecido niños, ¿me explico? Como dijo Shakespeare, hay más cosas en el cielo y en la tierra de las que imaginamos”.
La protagonista Linda Cardellini añade: “Independientemente de si crees en ella o no, esta historia tiene algo que se te mete en la piel, sin importar en qué etapa de la vida la descubras, porque todos tienen una madre, todos han sido niños y la gente tiene hijos propios”.
El periplo para hacer “La Maldición de La Llorona” comenzó cuando el productor Gladstone enlistó a los guionistas Mikki Daughtry y Tobias Iaconis para trazar una historia. Luego recibió la llamada que haría su sueño realidad: “Me bastó con escuchar ‘James’. Dije que sí antes de que dijeran su apellido”, recuerda Gladstone riendo. “Si existía un compañero de ensueño para un proyecto como éste, alguien que lo llevaría a un nivel que jamás imaginaste posible, ése era James. No sólo es un indiscutible maestro del género, también es un gran hombre y es un placer convivir con él. Fue una gran bendición tenerlo como compañero en este viaje”.
Para Wan, la oportunidad sobrepasaba su propia obsesión con el relato. “La Llorona es un fenómeno cultural muy querido por algunos de los más grandes fanáticos del horror en el mundo. Cuando este proyecto apareció, quise ayudar a levantarlo para que la gente pudiera ver en la pantalla grande esta historia a la que le tiene tanto cariño”.
Al unirse Gary Dauberman, el equipo de producción se completó, y empezó la búsqueda de un director. Pero cuando un cortometraje innovador y sumamente escalofriante llamado “The Maiden” debutó en la red, encontraron esa pieza indispensable del rompecabezas. “Nos dejó boquiabiertos a todos”, recuerda Dauberman. “Estaba dirigido con mucha seguridad y lograba asustarte con tan sólo una cámara y efectos prácticos sutiles. Por la estética, imaginamos que lo había hecho alguien que amaba las mismas películas que nosotros, y teníamos razón”.
Además de que Michael Chaves creció adorando el cine, algunas de sus cintas favoritas fueron dirigidas por Wan, así que encontrarse en una sala con uno de sus héroes de la cinematografía fue una experiencia extracorporal. “De principio a fin, este viaje ha sido el más demencial de mi vida, y todo un honor”, se sorprende Chaves. “James es un cineasta asombroso y me apoyó muchísimo. En cada etapa del proceso, se le ocurrían ideas sencillas estupendas, siempre dirigidas a encontrar la historia que se quiere contar y lo que el público quiere ver en cada momento. Emile es fantástico; ha sido un gran aliado y fundamental desde el inicio. Gary tiene una sensibilidad intuitiva para contar historias y es un gran sujeto”.
El productor ejecutivo Richard Brener está feliz de poder llevar el relato de La Llorona a las pantallas. De acuerdo con Brener: “Esta leyenda atemporal y universalmente aterradora extiende la tradición de New Line de hacer películas de horror que explotan los miedos de las personas, con una amplia variedad de historias y presupuestos, pero con un mismo objetivo: aterrar a espectadores de todo el mundo”.
Para el joven cineasta en el timón, fue más que un sueño hecho realidad: “Me siento increíblemente afortunado y agradecido por hacer mi primer filme con este equipo al mando del proyecto”, asegura Chaves. “Y para darle vida tuve un elenco de ensueño, encabezado por los fenomenales Linda, Raymond y Patricia. Esta película es muy desgarradora y atemorizante gracias a sus actuaciones”.
ENCENDIENDO LAS VELAS
Dejando sus ricos orígenes en las capaces manos de los narradores que la han mantenido viva durante siglos, “La Maldición de La Llorona” opta por contar una historia en la que la fantasmal mujer asecha la ciudad de Los Ángeles en 1973, y se encuentra con Anna Tate Garcia, una trabajadora social viuda y madre soltera que desconocía la leyenda que está por perturbar a su familia.
Cuando le ofrecieron el papel, Linda Cardellini no tenía experiencia en películas de terror, pero no pudo rechazar a la compleja heroína al centro de la historia. “Cuando leí el guion, me encantó que no implicara ser la esposa de alguien o la hermana de alguien”, explica: “se trata de una mujer que está desafiando las probabilidades para mantener unida a su familia y hace hasta lo imposible para proteger a sus hijos. Me fascinó que vivamos esta historia a través de sus ojos. Y, para ser honesta, la idea de participar en una película de horror también fue emocionante”, agrega riendo.
Como admiraba su trabajo desde hace tiempo, a Wan le encantó que Cardellini diera el salto: “Linda es muy talentosa y tiene una gran presencia en pantalla, aunque cuando veo sus películas, olvido que es Linda, porque se pierde en sus personajes. Somos muy afortunados de que haya venido a jugar con nosotros en esta película”.
Anna queda viuda cuando su esposo muere cumpliendo su deber como detective, y ahora debe criar sola a sus dos pequeños, Chris (Roman Christou) y Samantha (Jaynee-Lynne Kinchen). Aunque está comprometida con su trabajo, hace todo lo que puede para apoyar a sus hijos y con la ayuda de Cooper (Sean Patrick Thomas), el compañero de su difunto esposo, intenta llenar el vacío que su marido dejó en casa.
Como empleada del sistema de Servicios Sociales de Los Ángeles, Anna visita hogares disfuncionales para ver por el bienestar de niños en riesgo. Aunque tiene la experiencia suficiente para lidiar con lo peor en cada caso, nada podría prepararla para lo que le espera en el hogar de Patricia Alvarez.
Patricia a escuchado y temido a la Llorona toda su vida, y sabe que, si el espectro sollozante quiere a sus hijos, no se detendrá hasta llevárselos. “En nuestro filme, La Llorona aparece tres días y tres noches”, explica Patricia Velásquez, quien interpreta a su homónima. “Noche tras noche, todo se complica más… y esta es la última noche de Patricia”.
A pesar de que la pesadilla de Anna apenas comienza, Patricia Alvarez se encuentra al final de este desesperante acto. Gladstone explica: “Sus hijos están marcados, así que creó una especie de refugio en un clóset para ocultarlos de La Llorona. Obviamente, cuando Anna encuentra a los niños encerrados en el clóset, hace lo que cualquiera en su campo haría: los saca de ahí y los pone bajo custodia del Estado… pero los resultados son devastadores”.
“Dicen que el camino al infierno está lleno de buenas intenciones”, señala Cardellini. “Creo que Anna en verdad tiene buenas intenciones cuando llega a ayudar a la familia de Patricia. Pero, como resultado, los condena a ellos y a sí misma. Enfrentar eso es realmente aterrador para cualquiera”.
El duelo entre Cardellini y Velásquez en sus escenas juntas fue una de las grandes revelaciones de esta película para Chaves. Y comenta: “Linda y Patricia son madres en la vida real, y aquí tienen papeles maternos desgarradores”. ¡Pero las dos lo dieron todo! Hacen uso de algo tan humano y primigenio que verlas resulta hipnotizante e imponente.
“Linda es una actriz asombrosa e interactúa de manera natural con los niños actores, pero cuando ellos están amenazados, ves cómo emerge este instinto maternal de un sitio puro, real e intenso. ¡Vaya que fue impresionante!”. El director continúa: “El personaje de Patricia refleja lo mismo que el de Linda, pero desde el lado opuesto, porque es una mujer que está perdiendo a sus hijos. Patricia profundizó y llegó a un lugar de gran obscuridad y desesperación, pero cuando cortábamos, volvía a ser encantadora y sagaz. Es una interpretación triunfal”.
Velásquez confiesa que el periplo de su personaje la llevó al límite. “Aunque es un filme de terror y es ficción, para nosotros como actores, lo que estamos haciendo es muy real. Trabajar con niños te vuelve muy vulnerable. De cierta forma, es bueno porque te ayuda a hacer tu trabajo. Pero, por otro lado, puede ser muy atemorizante. Lo que sufre este personaje, y lo que yo viví para interpretarlo fielmente, fue sumamente aterrador. Es maravilloso trabajar con un director con quien desarrollas cierta confianza. Michael es muy joven, pero sabe exactamente lo que quiere y cómo ejecutarlo, y no le da miedo pedirlo. A mí, como actriz, me da la seguridad para no contenerme”.
Cardellini agrega: “Hay momentos en el filme que, como madre, me resultan difíciles de ver. Michael es un director muy visual y está tan abierto a otras ideas que se siente como una verdadera colaboración creativa. Quería capturar verazmente cómo vivimos esta historia, por lo cual fue increíblemente divertido rodar las escenas aterradoras”.
Como resultado de la trágica pérdida de Patricia, la obscuridad invade su casa y su búsqueda de respuestas sólo la sumerge más en el aterrador terreno de las leyendas. “Parece folclor”, señala Chaves: “Parecen supersticiones, pero pronto queda claro que La Llorona es muy, pero muy real… y que quiere a los hijos de Anna”.
Pero no podrá llevárselos fácilmente. “Aunque sea difícil de aceptar”, comenta Cardellini: “y aunque implique un enfrentamiento aterrador, Anna ya no puede negar que esta presencia maligna está asechando a sus hijos, y tendrá que encararlo sola para mantenerlos a salvo. La Iglesia no puede ayudarla, sabe que la policía no le creerá. Ante esta enorme amenaza, debe buscar en su interior y ser más fuerte de lo que jamás pensó que podría ser o perderá a sus hijos para siempre”.
Lo que no sabe es que tiene un aliado inesperado… quien llegará con una estrategia de batalla.
CURANDERISMO
El antiguo sacerdote Rafael Olvera dejó la Iglesia para servir a su comunidad de manera más amplia, a través de la sanación y la protección espiritual como curandero. En cuanto Anna entra en su local, Rafael nota en su rostro – y en los ojos de sus hijos traumatizados – que necesitan ayuda urgente.
“Anna está en el ojo de un tornado y Rafael aparece para ayudarla a sosegar la tormenta”, asevera Raymond Cruz, quien interpreta dicho papel. “Es una mujer que tiene todo en contra. Sus hijos se han convertido en víctimas, su hogar está sitiado. Para combatir este mal, necesita la ayuda de alguien con creencias que puedan explicar lo que ella está enfrentando”.
Para el papel del autodenominado “renegado de Dios”, Chaves pensó desde el inicio en Raymond Cruz: “Quería que Rafael diera la impresión de ser alguien peligroso, alguien en quien no sabes si puedes confiar, porque es el salto de fe que Anna debe dar en esta película”, comenta. “Lo grandioso de Raymond es que es un hombre tan amable y fácil de tratar en persona que resulta increíble que pueda transmitir esa sensación de desenfreno y peligro. Pero se metió en el papel y lo hizo a la perfección”.
El entusiasmo del director fue un deleite para Cruz. “Estábamos rodando escenas complicadas y todo iba muy bien”, recuerda. “Entonces, escuchamos a Michael detrás del monitor gritando su aprobación mientras filmábamos. Ese entusiasmo hizo que fuera una estupenda experiencia”.
Aunque Rafael se muestra tan escéptico acerca de lo que motiva a Anna como ella de sus métodos, sabe que debe unirse a la batalla. “Rafael está buscando a La Llorona”, apunta Chaves. “Nunca la ha visto, pero lleva mucho tiempo preparándose para esa confrontación”.
“Librarán una guerra para salvar a estos niños”, asegura Cruz: “no sólo física, mental y emocional, sino también espiritual. Es una batalla por sus almas y sólo podrán hacerle frente a las fuerzas de la obscuridad si trabajan en equipo”.
Es la tercera noche en el ciclo letal de La Llorona… y no tendrán una segunda oportunidad.
LIMPIAS ESPIRITUALES
En honor a las creencias y tradiciones que inspiraron el filme – y para no tentar a la suerte – antes de empezar el rodaje, los cineastas llamaron a un sacerdote y un curandero para que la producción contara con un poco protección espiritual.
Tras la bendición del sacerdote, el curandero realizó una limpia con humo de salvia para eliminar cualquier energía negativa en el set y en los ahí presentes. “Fue mi primera limpia”, revela Chaves, “y resultó ser un ritual muy aleccionador. Todos sentimos su gran poder. Se convirtió en un momento profundamente contemplativo que afectó a todos en el set”.
“Se siente bien que alguien llegue a hacer algo muy positivo antes de empezar a filmar”, agrega Cardellini. “Pueden suceder cosas en el set o alguien se puede enfermar, siempre existe la duda de qué tanto afectarán el rodaje estas variables. Es un filme obscuro, así que fue agradable que alguien llevara un poco de luz antes de embarcarnos en este viaje”.
“La Maldición de La Llorona” se filmó en locaciones prácticas de Los Ángeles y sus alrededores; la casa de Anna se ubica en la ciudad, en el distrito West Adams. También se construyeron sets interiores y exteriores clave en un espacio multipropósitos cercano.
Para situar la historia en 1973 con cierta nostalgia, Chaves colaboró con el director de fotografía Michael Burgess, la diseñadora de producción Melanie Jones y la diseñadora de vestuario Megan Spatz. “Como una película es un trabajo en equipo, quise que los jefes de departamento tuvieran toda la libertad posible para crear”, comenta Chaves. “Siento que mientras más los empoderas creativamente, mejores son los resultados, y todos conectaron un jonrón”.
“La Maldición de La Llorona” es el debut de Burgess como cinefotógrafo. El exitoso operador de cámara acababa de cerrar el rodaje de “Aquaman” cuando Wan se lo recomendó a Chaves. “Mike es un gran amigo y colaborador”, comparte el director. “Esta es una película pequeña con un cronograma muy condensado, pero él nos hizo sentir lo contrario. Tiene el don de poder hacer encuadres de forma intuitiva, capturando con precisión la esencia de una locación o ambiente”.
Burgess comparte: “Esta ha sido una experiencia fantástica y me entusiasmó mucho la oportunidad. Mike colabora tanto que el proceso se vuelve increíblemente divertido. En la fase de preproducción, nos reunimos a diario para revisar las acciones, con el fin de planear las tomas y la iluminación. Es un hombre visual, ése es su idioma, y siempre estuvo buscando cómo crear esa sensación antinatural en la que todo se ve bien, pero presagia el mal. Y no solamente cuando estábamos filmando. Todos los días, nos sentábamos a pensar en cómo asustar a la gente’”, ríe.
De todos los espeluznantes motivos visuales creados por Chaves y Burgess para el filme, el movimiento de la luz y su ausencia en el escenario principal – el hogar que Anna comparte con sus hijos – eran vitales, así que encontrar la locación perfecta era la principal tarea.
Afortunadamente, la diseñadora de producción, y Melanie Jones dio con una casa victoriana de dos pisos en el distrito West Adams que cumplía con todos los requisitos. Aunque hubo estudiantes universitarios en el segundo piso durante todo el rodaje, ella señala: “La casa era perfecta. El diseño era el correcto y ambos Michaels (Chaves y el cineasta Burgess) la amaron”. “Tenía un carácter único. En muchas casas victorianas abunda la madera obscura, pero esta casa tenía madera de roble dorado por doquier. Se sentía hogareña, cálida y suficientemente desgastada para incluir 20 años de vida familiar en ella”.
Para cada agregado, Chaves, Jones y su equipo revisaron revistas y fotografías de la época, además de hacer un maratón de películas que transcurren en Los Ángeles, a principios de los 70. “Estábamos retratando la vida de Anna y sus hijos”, comenta Chaves. “Y, como en cualquier hogar, hay una acumulación de cosas de los niños, de su esposo, años de vida apilados por todo el espacio. Melanie aportó una gran estética y una paleta cálida acordes con la época y la sensación que yo quería. Tenía que haber imperfecciones, tenía que haber texturas, y ella lo capturó impecablemente”.
Pero no todo fue alegría. “La casa también necesitaba dar un giro”, explica Jones, “cuando la obscuridad la invade, empieza a sentirse escalofriante, las puertas rechinan, el piso cruje, se forman corrientes de aire en las ventanas, y esta casa nos permitió todo eso”.
“Los talentos combinados de Burgess y Jones”, nos comenta el productor Dauberman, “hicieron el resto”. “Michael Burgess recrea una imagen hermosa”, añade, “y Melanie y su equipo le presentan el lienzo perfecto para asustarte con lo que no puedes ver. Cuando entras al set, sientes que estás en la casa de alguien más. Pero cuando la luz se apaga, te preguntas qué puede estar acechándote en cada oscuro rincón, esperando a sorprenderte. La casa necesitaba contar la historia, y lograron hacerlo. Se sentía viva, real, segura… pero, además, aterradora”.
Es posible que la sensación de que la casa estaba embrujada también ayudara. “El dueño creía que había algo ahí y, al final del rodaje, prácticamente todo el equipo estaba convencido de ello”, dice Chaves. “Hubo algunos incidentes raros: la gente escuchaba susurros o cosas moviéndose. Aunque fui el primero en decir que no podía ser real, también fui el primero en pensar: ‘¡Creo que hay algo ahí adentro!’”
En un caluroso día de verano, el ocupante espectral de la casa se hizo presente. “Estábamos filmando en la cocina y el calor era sofocante”, recuerda. “De repente, sentimos una corriente fría que invadió la casa. No fue una brisa cualquiera, fue una ráfaga helada. A todos nos dio pavor. Había un silencio sepulcral. Entonces, un amigo me dijo: ‘No estamos solos’. Así que quizás sí estaba embrujada…”
Cruz usó muchos objetos personales como utilería para interpretar al curandero, incluyendo un brazalete de turmalina negra que compró para protegerse. Lo cual resultaría necesario. “Estábamos filmando la primera confrontación entre Rafael y La Llorona, cuando la contemplas en toda su gloria por primera vez”, relata Cruz. “De repente, el brazalete salió volando de mi mano. Las cuentas cayeron por todas partes y Chaves dijo: ‘¿Qué rayos fue eso?’ Todos empezamos a recoger las cuentas y encontramos tres partidas a la mitad. Era un brazalete bien hecho, eran cuentas duras. Yo no había tocado nada, no se enganchó en nada. Fue la energía de la escena”.
Para montar la unión climática de Rafael y la familia de Anna, uno de los primeros temas que fue necesario investigar, así como uno de los más importantes para todo el equipo creativo, fue el arte de sanación indígena llamado curanderismo, el cual juega un papel vital en la batalla. Para Chaves, todos los curanderos y curanderas que lo recibieron en sus locales le revelaron a este director angelino una pieza vital de la cultura de su ciudad natal que ignoraba totalmente. “En Los Ángeles, hay curanderos por todas partes”, observa. “Todos los que hablaron con nosotros fueron maravillosos y compartieron sus orígenes, sus creencias, las experiencias que han tenido. Hasta les preguntamos cómo se enfrentarían a La Llorona. Definitivamente sirvieron de inspiración y modelo para el personaje de Rafael y la interpretación de Raymond”.
Para Cruz, quien se adentró en su mundo tanto como lo dejaron, por supuesto que fue tiempo bien invertido. “Uso muchísimos objetos en esta película, y cada uno hace cosas específicas o se utiliza de forma distinta – la Biblia, la cruz, el rosario, la salvia, el palo santo, los huevos, las semillas de flamboyán. Queremos que el público sienta que es una contienda real. Estos objetos conforman el arsenal de Rafael para luchar contra esta presencia maligna, así que todo debía ser fiel”.
INVOCANDO A LA LLORONA
De todo el conjunto de personajes en el filme, probablemente el más crucial fue también el más desafiante. “Como James señala, todo depende del monstruo”, apunta Gladstone. “Puedes tener a los mejores actores de la historia, pero si La Llorona no está a la altura de la leyenda centenaria, no habrá película”.
Lo que no sabían era que estaba a la espera de que la encontraran en las grabaciones que ya tenían. Marisol Ramírez hizo audición para el papel que terminó ganando Velásquez, pero al verla de nuevo quedó claro a quién debía interpretar. “Había un toque de locura en la actuación de Marisol que nos dejó sin aliento”, recuerda Chaves. “Estaba audicionando para el papel de Patricia, pero la obscuridad y la ferocidad animal que le dio eran propias de La Llorona”.
A pesar de las sesiones de tres horas de maquillaje y peinado que Ramírez tuvo que soportar dos veces al día, este proyecto fue un sueño hecho realidad. “Siempre había querido interpretar al objeto del miedo en una película de terror”, admite Ramírez. “Pero que me pidieran encarnar a esta leyenda famosa con la que todos crecimos fue un sueño de otro nivel”.
La Llorona cobró vida gracias a la interpretación de Ramírez, así como a las múltiples disciplinas y departamentos que se unieron para dar forma al monstruo que vemos en pantalla. Una de las piezas fundamentales fue el artista de maquillaje y efectos especiales Gage Munster.
Para Chaves, quien alguna vez aspiró a dominar este arte, colaborar en el diseño del monstruo con Munster y Wan fue uno de los puntos culminantes en un proyecto lleno de momentos memorables. “Todo me emocionaba muchísimo”, confiesa. “Gage es un verdadero artista, James es un creador de monstruos icónico y tuvimos un equipo de peinado y maquillaje fenomenal. Formar parte de este grupo es un privilegio poco común y una gran cátedra, al mismo tiempo”.
Pero su guía fue un profundo respeto por el lugar que ocupa este monstruo en el corazón de muchos. “Esta es una historia sagrada”, continúa el director. “Quienes crecieron con La Llorona tienen una idea personal de cómo debe lucir; y para quienes no la conocen, será un nuevo monstruo en su léxico del terror. Ninguno de nosotros lo tomó a la ligera y esperamos que nuestra visión de La Llorona, además de hacerle honor a sus raíces, se convierta en un monstruo icónico del siglo XXI”.
Obviamente, la colaboración de Ramírez fue vital. El ritual de tres horas de aplicar y luego quitar maquillaje, dientes, manos, extensiones de pelo, gel, agua y lentes de contacto fue parte integral de una experiencia que ella describe como: “fascinante, estimulante y maravillosa. Michael es magnífico y mis compañeros de elenco son extraordinarios. El ritual de maquillaje y peinado en ocasiones fue intenso, pero también increíblemente transformador. Lo último que me ponían era los lentes de contacto, pero ya puestos, en verdad sientes que estás entrando en otro mundo”.
“Y siempre lo hizo con una sonrisa”, comenta Chaves. “Detrás de todo ese maquillaje, está la persona más encantadora, graciosa y cálida que existe. Pero en el set… ¡vaya que era aterradora!”
Uno de los momentos más memorables de la filmación ocurrió en el primer día de Ramírez. “Estábamos trabajando en un vecindario latino de L.A. y había niños pidiendo dulces”, recuerda. “Entonces, salí de mi remolque caracterizada justo cuando un niño pequeño se alejó de su madre y comenzó a cruzar la calle. Vi que se acercaban los autos, por lo que brinqué y lo agarré antes de que pudieran lastimarlo. Todos gritaron y se quedaron quietos. Algunos niños gritaron y la madre del pequeño gritó: “¡La Llorona!”.
La última pieza del rompecabezas de La Llorona era su vestido. “La Llorona es la clásica mujer vestida de blanco”, observa Chaves. “Su atuendo forma parte de la iconografía de la leyenda, y Megan Spatz demostró mucha visión al respetar esa impresión fugaz, pero creando algo real y duradero para la pantalla”.
Spatz valoró la confianza y la libertad que Chaves le dio, así como la generosa contribución del equipo de cineastas. “Todos queríamos que se sintiese atemporal, así que era importante comprender plenamente el impacto de La Llorona en las personas”, aclara la diseñadora. “Me inspiré mucho en la cultura, el arte y los diseños latinos, así que el vestido es una mezcla de varias referencias”.
Para lograr lo que Chaves llama ‘el paso de los siglos y la mugre de río’ a lo que va manchando su vestido al deambular eternamente por ríos y canales, la fuente de inspiración de Spatz fueron las instalaciones de Jason deCaires Taylor en el Museo Subacuático de Arte. “Él creó esculturas humanas y luego las hundió en el océano”, describe. “Posteriormente, dejó que la vida marina de la región hiciera lo suyo. Así que son estructuras hermosas en descomposición, llenas de algas y corales, lo cual da la sensación de que llevan ahí muchísimo tiempo”.
El resultado, de acuerdo con Chaves, fue: “simple, tradicional, clásico, pero te advierte que algo anda mal con la mujer que lleva el vestido”.
Para Ramírez fue un honor portarlo. Como para millones, La Llorona está presente en su imaginación. “Me enorgullece ser parte de un filme que presentará al mundo esta historia con la que muchos crecimos”, señala. “Espero que quienes conozcan la leyenda, encuentren a su versión de La Llorona en pantalla”.
Velásquez añade: “La Llorona vive en nuestra cultura. Para nosotros, es muy real, y anda por ahí. Lo que me encanta de esta película es que quienes apenas están descubriendo a este icónico personaje tendrán la oportunidad de encontrarse con ella en la seguridad de una sala de cine”.
Cruz agrega: “Si ven esta película, ¿les conviene comprar rosetas y dulces? Si quieren, pero también lleven una cruz, agua bendita y un brazalete de turmalina negra, si lo tienen. La Llorona nos ha aterrado toda la vida. Ahora va por ustedes. ¡Prepárense!”
Para Cardellini, el riesgo vale la pena por la descarga de adrenalina. “Si les gustan los sustos, creo que se divertirán con esta película, porque una vez que empieza a asustarte, no para sino hasta el final”.
Michael Chaves aclara que ésa era la idea. “La Maldición de La Llorona” no fue sólo la oportunidad de su vida, sino que también le permitió hacer el tipo de películas con las que creció y aún adora. “Cuando ves una película de terror, tu cuerpo responde al estrés agudo”, reflexiona. “Estás en alerta máxima, pero vives un momento de tensión que se prolonga más y más. No siempre vale la pena… a menos que bajes la guardia. Entonces vienen los sustos despiadados e incesantes. Eso es lo que quiero que el público experimente: que permanezca al filo de su asiento todo el tiempo y salga sonriendo y emocionado. Por eso vemos estas películas y es lo que las hace tan divertidas”.