Una serie creada por Netflix en la que se aborda la historia del rock en América Latina, apelando a los testimonios de muchos protagonistas.
Una producción con un resultado entretenido, con un destacable trabajo de arqueología musical y de edición, aunque el siglo XXI no forma parte del alcance principal de la serie. Sin embargo, más allá de las razones que puedan dar los productores, la historia daba para mucho más. Digamos que se trata de una historia parcial del rock en América Latina, también se puede decir como muchos críticos mencionan “un mal enfoque del título”, el cual creo muchas expectativas del contenido y al final no cumplió.
Netflix de cierta manera ha logrado un acierto con “Rompan todo” eso es indudable. Pues el hecho de que haya puesto el tema del rock en América Latina en la plataforma ha logrado iniciar un debate, eso genera que la serie no pase desapercibida y asegura un logro comercial.
La serie comienza su cronología con las propuestas en español de doo wop, boogie-woogie o rock’n’roll, sigue comentando la influencia de Elvis, después continua con el impacto que produjo la banda The Beatles y de los grupos de la Primera Invasión Británica, el blues, la revolución sexual, también pasa por la era punk y new wave, hasta llegar a los noventa y la llegada de MTV Latino. La historia está contada de forma atractiva y bien documentada, pero de forma parcial.
Contar una historia de sesenta años posee una gran complejidad. El concepto etno-geográfico y cultural conocido como Latinoamérica, agrupa a veinte países cuyas lenguas oficiales son el español, el portugués, el ingles, y un pequeño porcentaje de francés y lenguas autóctonas.
Es entendible que Nicolás Entel y Gustavo Santaolalla, y el director Picky Talarico, tenían que tomar importantes decisiones para no perderse en el camino. Por lo cual apostaron por ubicar el hilo cronológico en capitales del rock de la región: Buenos Aires y Ciudad de México, agregando a Santiago de Chile. Al realizar esta especie de triangulación Buenos Aires, Santiago de Chile y Ciudad de México, da la impresión de que todo aquello, que no esté en ese radar, con escala en Bogotá, fue descartado: no existe. Pero, no significa que todo lo relevante de esas ciudades haya sido tratado. Al contrario.
A menos que se piense en una segunda temporada, estas seis entregas dejan la sensación de haber olvidado capítulos de importancia como Brasil, Venezuela, Ecuador, Perú, entre otros; Uruguay es mencionado en el primer episodio. De hecho, la traducción al castellano del éxito de 1965, “Break It All”, de Los Shakers, da nombre a la serie.
Cualquier espectador no experimentado, especialmente de las generaciones recientes, habituadas a Netflix, puede llegar a la conclusión tras ver la serie que fuera de Argentina, Chile y México, el rock casi no ha existido en el resto de América Latina. Colombia aparece en la segunda mitad, pero tampoco se le hace justicia a un país que cuenta con un festival de la relevancia y las características de Rock Al Parque. Tampoco se reconoce con justicia la gran influencia de la Movida Madrileña y el resto de la escena española.
El ecosistema latinoamericano ha tenido sus altibajos en lo político como en lo social y económico, todo ello se ha reflejado en la cultura y el arte, y especialmente en la música. En México, el rock estuvo prohibido durante años y, fue perseguido en Argentina y Chile; estigmatizado, en democracias como la venezolana y prohibido Cuba.
Cuando la serie comienza el peso narrativo descansa sobre cada uno de los participantes elegidos y es el director quien le da coherencia a ese cóctel de opiniones. A medida que aparecen los testimonios, surgen imágenes de archivo que sin duda representan un gran esfuerzo de arqueología musical y documentación, lo cual es uno de los grandes atractivos de la serie.
Los detalles en el caso mexicano son apasionantes. Su historia esta presentada en dos partes, la de los sesenta y tempranos setenta, el recomienzo en los años ochenta y la gran explosión de los noventa gracias a MTV Latino. Allí se mencionan eventos trascendentes como la Masacre de Tlateloco en 1968, el terremoto de 1985 o la cuestionada asunción al poder de Carlos Salinas de Gortari en 1988.
Es así como van presentando personajes como Enrique Guzmán (Los Teen Tops), Alex Lora (El Tri), Javier Bátiz, Armando Suárez (Chac Mool), Rafael Acosta (Los Locos del Ritmo), Sergio Arau (Botellita de Jerez), quienes cuentan, las experiencias en una etapa difícil que tuvo su punto culminante en el mítico Festival Rock y Ruedas de Avándaro en 1971, a partir del cual se prohibieron los festivales de rock durante quince años.
Más adelante hacen su aparición los miembros de bandas como Caifanes, Neón, Fobia, Café Tacvba, Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio, Maná, La Lupita, Santa Sabina, Molotov, entre otros, así como Julieta Venegas y la chilena, Mon Laferte.
Hay ausencias notables en lo referente a México, pero la mayor es la del Sr. Rafael González Villegas, quien además de integrante de Botellita de Jerez, y productor, es un experimentado investigador y una de las voces más autorizadas, con su obra titulada “60 Años de Rock Mexicano”.
Argentina es el país que recibe el trato más amplio, no solo por la cantidad de participantes, sino por imágenes de archivo de gran valor, de artistas como Sandro, Spinetta, Moris, Pappo, Tanguito, Luca Prodán, Federico Moura, Miguel Abuelo y Cerati, y de bandas históricas como Los Gatos, Manal, Vox Dei, Sui Generis, Almendra, Arco Iris, Pescado Rabioso, Seru Giran, Sumo, Virus, Los Abuelos de la Nada, Billy Bond y La Pesada del Rock And Roll, Los Violadores, Suéter, Los Fabulosos Cadillacs, Los Twists, así como acontecimientos de la turbulenta vida política y social argentina, como la Guerra de las Malvinas.
Entre los muchos personajes que son entrevistados, hay que destacar la aportación de Litto Lebia, David Lebón, Pedro Aznar, Nito Mestre, Zeta Bosio, Fito Páez, Pil Trafa, León Gieco, Vicentico, Ricardo Mollo, Tweety González, Richard Coleman, Marcelo Moura, Miguel Mateos, Cachorro López, Celeste Carballo, Hilda Lizarazu y de Gustavo Santaolalla. Hay participaciones no tan afortunadas como la de Andrés Calamaro, y Charly García.
El gran punto de ruptura con Soda Stereo a partir de 1984, es tratado en detalle. Su impacto local y pronta repercusión en el resto de los países, convirtió a la banda en un punto de inflexión en la historia del rock. No hay duda de la importancia que ha tenido Gustavo Santaolalla, no solo como músico que supo incorporar el folclore al rock, aunque no fue el primero, sino como productor. Todo ello le da autoridad suficiente, pero al mismo tiempo no es posible dejar de reconocer que peca de sobreexposición y deja la impresión de haber dado el peso principal a todos aquellos a los que ha producido o promovido.
En el caso de Chile, salvo el segmento dedicado a Los Jaivas y su mezcla de folclore con rock, la atención se la llevan Los Prisioneros, Los Tres y La Ley. Una inexplicable situación es la ausencia del Congreso, una agrupación con cincuenta años de historia.
En la segunda mitad de la serie, surge un cuarto país protagonista: Colombia. Las bandas de las que se habla un poco es el grupo Compañía Ilimitada, el grupo Pasaporte, Juanes, pero sobre todo Aterciopelados sus integrantes Andrea Echeverri y Héctor Buitriago reciben bastantes minutos, quizá demasiados en malogro de todos aquellos que no fueron considerados.
Que Brasil no aparezca en un trabajo sobre la historia del rock en América Latina es difícil de procesar. Allí está Paralamas como la punta de lanza del rock brasileño, incluso con discos cantados en español e impacto en toda Latinoamérica. ¿Dónde quedó Os Mutantes y el resto de los grandes del tropicalismo? La lista es muy amplia.
Tampoco en la serie se incorporó Venezuela, un hecho inaudito. En Caracas, se realizó en 1991 el gran festival Iberoamericano de Rock, cinco días en los que participaron muchos de los músicos entrevistados y que cerró Soda Stereo. Cerati siempre mencionó ese show como el más alucinante y memorable en su vida. De Venezuela, apenas aparecen Héctor Castillo y José Luis Pardo tienen breves minutos, pero ninguna de las bandas de las que fueron o son parte aparecen: Sentimiento Muerto, Dermis Tatú, Los Amigos Invisibles, Los Crema Paraíso.
En el caso de Perú, más allá de Los Saicos, se ignoran grupos fundamentales como Pax pionero del hard rock, Laghonia, We All Together y Traffic Sound, que en 1971 fue la primera banda peruana en tocar en Argentina, Chile y Brasil, con un sonido que mezclaba rock progresivo y ritmos afroperuanos.
Durante mucho tiempo, los países latinoamericanos funcionaron como islas. Poco sabía un país de lo que ocurría en otro. Cuando en Argentina, Luis Alberto Spinetta y Charly García eran grandes fenómenos, poco o nada de ellos se sabía en otros países. Lo mismo ocurría con el resto de los países con fenómenos de impacto local. Por ello, era necesario ahondar en dichas realidades sin normalizarlas, porque cada nación tiene sus particularidades. Fue en los años ochenta cuando comenzó a producirse la expansión, con Soda Stereo a la cabeza y muchos grupos españoles cuya música cruzó el Atlántico. En ese sentido, la inclusión de Santiago Auserón es un acierto ya que Radio Futura fue uno de los grupos que más influencias latinoamericanas incorporó a su rock.
Sin embargo, no está Miguel Ríos, quien en 1986 organizó el Primer Encuentro Iberoamericano de Rock en Madrid. Tampoco se tomó en cuenta la irrupción de Héroes del Silencio que influyó a muchísimas bandas, y no olvidemos a las bandas de Siniestro Total y La Polla Records. Pudo haber sido interesante conocer el testimonio de Olvido Gara, “Alaska”, protagonista esencial de la Movida Madrileña. Sobre todo, porque el tema de las mujeres dentro del rock latinoamericano es despachado con simplismo y casi da la sensación de haber sido incluido para cumplir con lo políticamente correcto.
Resulta también insólito que no se hayan dedicado generosos minutos a la gran influencia que tuvo Carlos Santana y su banda en la personalidad del rock latinoamericano.
Es casi un absurdo que parte de la responsabilidad de cerrar esta miniserie haya recaído en el puertorriqueño Residente, cuya relación con el rock es prácticamente inexistente. Residente es un artista importante y destacable, pero que se mueve en otros mundos musicales.
El intento de “Rompan todo” de dar a conocer, a través de un medio masivo, el desarrollo del rock en una región se queda corto. Deja la impresión de que los méritos relacionados con la existencia, desarrollo y consolidación del rock latinoamericano se deben a un pequeño grupo.
Sesenta años después del nacimiento del rock en América Latina la única certeza es que la mayor parte de lo ocurrido es y parece que seguirá siendo subterráneo. Han perdido la oportunidad de hacer una serie realmente memorable.
Somos yume