EL MENÚ
Una pareja, Margot (Anya Taylor-Joy) y Tyler (Nicholas Hoult), viaja a una isla en la costa del noroeste del Pacífico para cenar en un restaurante exclusivo, Hawthorn, donde el huraño y mundialmente famoso chef, Julian Slowik (Ralph Fiennes), prepara un fastuoso menú degustación para un grupo reducido de comensales especiales. Junto a la pareja asisten tres jóvenes hermanos de la industria de la tecnología, que ya llegan ebrios, Bryce (Rob Yang), Soren (Arturo Castro) y Dave (Mark St. Cyr), una pareja acaudalada, Anne y Richard (Judith Light y Reed Birney), la reconocida crítica gastronómica Lillian Bloom (Janet McTeer) y su servil editor, Ted (Paul Adelstein), además de una famosa estrella de cine de mediana edad (John Leguizamo) junto a su asistente, Felicity (Aimee Carrero). Les da la bienvenida el personal de recepción con su inmaculado uniforme, con Elsa (Hong Chau) a la cabeza. A medida que transcurre la velada va aumentando la tensión en todas las mesas, mientras se van revelando secretos y se sirven platos inesperados. Con cada acontecimiento violento y tormentoso se empieza a vislumbrar la verdadera motivación de Slowik, y los comensales empiezan a inquietarse cuando caen en la cuenta de que su elaborado menú está diseñado como catalizador de un final de fiesta estremecedor.
Searchlight Pictures presenta EL MENÚ, una producción de Hyperobject Industries/Gary Sanchez, dirigida por Mark Mylod. Con las actuaciones de Ralph Fiennes, Anya Taylor Joy, Nicholas Hoult, Hong Chau, Janet McTeer, Reed Birney, Judith Light, Paul Adelstein, Aimee Carrero, Arturo Castro, Rob Yang, Mark St. Cyr y John Leguizamo, el guion es de Seth Reiss y Will Tracy. Los productores de la película son Adam McKay, Betsy Koch y Will Ferrell, el director de fotografía es Peter Deming, ASC, con diseño de producción de Ethan Tobman y edición de Christopher Tellefsen, ACE. Colin Stetson es el compositor de la banda sonora y el diseño de vestuario es de Amy Westcott.
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CÓMO NACIÓ EL MENÚ
Hace unos años, durante una visita a Bergen, Noruega, el guionista Will Tracy (Succession) hizo un viaje en bote para ir a cenar a un restaurante exclusivo ubicado en una isla privada cercana. “Soy un poco claustrofóbico, y cuando todos nos sentamos a comer vi que el bote que nos había dejado en el muelle se alejaba”, recuerda Tracy. “Era una isla pequeña y me di cuenta de que estaríamos allí sin poder salir por horas, y no podía dejar de pensar en qué pasaría si algo salía mal”.
Tracy le llevó la idea a su socio de hace años, Seth Reiss (Late Night with Seth Meyers), y juntos concibieron una sátira en la que cada uno de los puntos fuertes de la historia coincidieran con una instancia del menú de degustación de un restaurante de lujo. Desde los entremeses hasta el postre, la tensión va en aumento y se amplifican las circunstancias inusuales, todo en el marco de un escenario realista que refleja los componentes de la industria gastronómica y hotelera.
El guion llegó a manos de los productores Adam McKay y Betsy Koch. El thriller satírico seguía la línea de sus otros trabajos recientes con Hyperobject Industries, como la parodia de McKay sobre la crisis del cambio climático No miren arriba y la comedia negra de la directora Mimi Cave, Fresh. “Adam y yo siempre estamos buscando sátiras agudas
y películas que no se encuadran en los géneros convencionales, y con esta se cumplían ambos requisitos –dice Koch–. Leí el guion y fue la primera vez en muchísimo tiempo en que lo hice dos veces de corrido. Se lo envié a Adam y a partir de allí se trató de convencer a Will y Seth de que nos dejaran producir esta película”.
“Me encantó la combinación de humor y acidez del guion –añade McKay–. Era divertido y oscuro, y cuestionaba una cultura exclusiva con un enfoque novedoso. Su tono y humor me recordaron a Pero… ¿Y quién mató a Harry?, una de mis películas favoritas de todos los tiempos. La película mezcla lo mejor del humor satírico con algo de oscuridad y una pizca de absurdo. Y si suena como una receta, juro que no fue mi intención”.
“La sátira habilita un registro con una realidad algo exagerada –continúa Reiss–. Se codea con la ficción, pero tiene sentido y es lógica en el marco de la realidad que estamos creando, todo fluye dentro de ese mundo”.
Luego, los creadores enviaron el guion a Mark Mylod, quien se sintió atraído de inmediato por los personajes y el enfoque sobre la industria gastronómica. Conocido como director de televisión en series ganadoras del Emmy® Award como Juego de tronos o Succession, Mylod además había trabajado en un episodio en particular de Succession
escrito por Tracy. Ese episodio transcurría en gran medida durante una cena y Mylod lo
había dirigido con un abordaje inspirado en Muerte a la medianoche, de Robert Altman, que también llevó a EL MENÚ.
“Queríamos ser cuidadosos con el tratamiento que le dábamos a la industria y caminamos por esta cuerda floja en la que jugábamos con ciertos aspectos satíricos, pero sin perder el profundo respeto que sentimos por esta especie de disciplina artística y a las personas que la practican –señala Mylod–.Al comenzar hice mi propio trabajo de investigación para aprender cómo funciona, y conocí el extraordinario nivel de compromiso y el arte que se pone al servicio de los comensales noche tras noche. Destroza a la gente. Es una presión increíble”.
En definitiva, los guionistas y Mylod le aportaron humanidad y emoción a cada personaje, incluso a los que podrían parecer antipáticos.
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LOS INGREDIENTES
Reunir el reparto para la película fue un desafío divertido para Mylod, porque la historia exigía un elenco diverso de buenos actores y actrices. Si bien el chef Julian Slowik (Ralph Fiennes, Gran Hotel Budapest, El jardinero fiel), el genio detrás del restaurante Hawthorn, es la figura central de la cocina, todos los demás personajes son una parte fundamental para construir ese mundo, tanto en el salón como en la cocina.
“Tuve mucha suerte con el reparto, pero hay un viejo dicho que asegura que cuando los guiones son buenos, pasan cosas buenas; definitivamente fue nuestro caso –dice Mylod–. Una de esas cosas buenas fue Mary Vernieu, la directora de casting, que es una auténtica maravilla. Le describí el tono y la forma en la que quería trabajar, con un estilo muy a la Altman, con todos presentes en escena todo el tiempo. Necesitaba actores que fueran suficientemente rápidos y seguros para llevar esto adelante y darle algo de lugar a la improvisación. De a poco fuimos construyendo cada mesa con sus comensales, una por una”.
Aunque muchos de los personajes, tanto comensales como personal, pueden parecer insufribles, estos clichés en sus características con el correr de la película van desapareciendo para descubrir trasfondos y personalidades más complejas. Para el reparto ese fue un aspecto particularmente atractivo.
“Soy fanático de Mark y su capacidad de tomar un grupo de personajes naturalmente desagradables y lograr que terminen agradando al público –dice Nicholas Hoult (La
favorita, The Great), Tyler en la película–. Todos estos personajes son desagradables en muchos aspectos, pero extrañamente también dan ganas de pasar tiempo con ellos, por algún motivo uno se identifica con ellos”.
Durante la velada, el personal del Hawthorn sirve a los comensales de seis mesas. Cada uno representa un tipo de persona que enfureció o le faltó el respeto al chef Slowik, desde antiguos clientes que dejaron de ir a sus restaurantes hasta pomposos críticos gastronómicos o sibaritas que creen saberlo todo.
El chef
El chef Slowik (Ralph Fiennes), un cocinero reconocido, está en su mejor momento. Pero también hizo un pacto faustico para ser el líder indiscutido de la industria con su restaurante, Hawthorn, del que en realidad no es propietario. Esto lo pone a merced de los inversores. Fiennes, que fue nominado al los Premios de la Academia® y se lo conoce por películas como Gran Hotel Budapest, La lista de Schindler, El paciente inglés, El jardinero fiel, imaginó toda una historia de trasfondo para su personaje, como alguien cuyo arte inmaculado se desluce por culpa de su clientela de personas adineradas.
“Con el tiempo empezó a despreciar a los consumidores de élite, y a sí mismo, por dejarse corromper por ellos –explica Fiennes sobre Slowik–. Se trata de una clientela que nunca estará satisfecha. Él es un perfeccionista y trabaja para mantener constantemente un nivel elevadísimo para gente que no lo valora realmente. Lo que me atrajo del guion fue que incorpora todo el espectro posible de personajes, en un marco de comedia negra”.
Chef’s Table, la serie que reúne a estrellas de la gastronomía innovadoras de todo el mundo, fue una fuente de inspiración obvia para Fiennes. Si bien el chef Slowik no está basado en un chef de la vida real en particular, Mylod sí le envió al actor algunos episodios de la serie, incluido uno sobre el chef oriundo de Chicago, Grant Achatz, quien dirige el restaurante 3 estrellas Michelin Alinea.
“Slowik es un personaje bastante complejo –explica Mylod–. Quería mostrar la dedicación que pone para que su arte sea lo más elevado e innovador, incluso al punto de poner en riesgo su propia vida; así de cautivante y extraordinario es lo que hace. Para Ralph y para mí era fundamental no presentar al personaje como una caricatura. Queríamos encontrar su humanidad, su dolor, y entender sus actos, no para justificarlos, sino, quizá, para darles contexto y autenticidad”.
Para aprender cómo se relaciona un chef con el personal de su cocina, Fiennes también pasó bastante tiempo en el set con la chef con estrellas Michelin Dominique Crenn, que también forma parte de Chef’s Table y dio vida al menú de la película, además de oficiar de consultora de los realizadores.
“En mi cabeza estaba instalado el cliché de la cocina caótica, con el chef gritando por todo –recuerda Fiennes–. Pero cuando Dominique me contó acerca de su cocina y cómo le gustaba trabajar, así imaginé la cocina de Slowik: el control y el poder están en la dedicación del personal de la cocina al chef y a su comida. No hay gritos ni violencia. Un simple cabeceo, una mirada, algunas correcciones o palabras de aliento murmuradas
aquí y allá”.
La comensal inesperada
Margot, interpretada por la actriz nominada al premio Emmy Anya Taylor-Joy (El misterio de Soho, La bruja, Gambito de dama), no es la típica comensal del Hawthorn. Acompañó a Tyler (Nicholas Hoult) como su cita para la cena, pero al principio muestra una notoria falta de interés en la comida del chef Slowik y mira con cierto desdén el preciosismo excesivo en la presentación de los platos.
Una de las dinámicas más atractivas de la película se da entre el chef Slowik y Margot, quien no se suponía que iba a estar en esta cena en particular. Es un elemento disruptivo de la visión que tenía el chef sobre la velada, pero él parece respetarla.
“Fue interesante, porque Margot es un enigma –explica Taylor-Joy–. En el guion es bastante sardónica, y es divertido poder improvisar con eso. Es dura, graciosa, y muy pero muy rápida. Conoce su trabajo, que es averiguar qué quiere la persona con la que está y convertirse en ese ideal. Realmente fue muy divertido interpretarla”.
“Se da una situación en la que nos medimos y nos reconocemos –continua Taylor-Joy–, pero además, creo que a ambos les desagradan las mismas cosas. Lo fantástico sobre la interpretación que hizo Ralph de Slowik es que en lugar de ser un demente obvio nos hace sentir cierta empatía, porque ama tanto lo que hace, aunque al mismo tiempo está un poco loco. Hay momentos en los que es fascinante, una no sabe si sentir miedo o empatía por esta persona que claramente ama la comida y se molesta porque esta gente mancilla eso que ama más que a nada en el mundo”.
Añade Fiennes: “Es una conexión extraña, porque no es romántica. Es más una especie de identificación lo que siente por ella. La visión que tiene el chef del mundo es muy binaria: están los que sirven, o dan, o posibilitan, y los que toman o compran. Esta
división es muy importante para él, es un estás con nosotros o estás con ellos. Ella no compra para nada. No le gusta su comida. Cree que hay algo muy ridículo e inútil en lo que él hace”.
El sibarita
Nicholas Hoult interpreta a Tyler, un obsesivo de lo culinario que cree que sabe mucho más acerca de la alta gastronomía de lo que sabe en realidad. Menciona al pasar equipos de cocina sofisticados e insiste en usar la cámara de su teléfono aunque en Hawthorn está expresamente prohibido fotografiar la comida.
Hoult explica sobre su personaje: “Haber logrado llegar a este restaurante es un sueño hecho realidad para él, estuvo ahorrando mucho tiempo para poder ir. Había planificado ir con una novia pero ella rompió con él, así que llevó a Margot porque en Hawthorn no existen las mesas para uno. Es un personaje que puede caerte bien en algún punto, por su pasión y por el disfrute que supone para él estar en este restaurante. Pero también es alguien con grandes problemas psicológicos”.
La actitud sabelotodo de Tyler es cómica e irrita a la gente. Lo que atrajo a Hoult del personaje fue su incapacidad de ser auténtico. “Algo sobre lo que hablamos con Mark es que todos tenemos máscaras que vamos creando y usando, una sobre otra –dice Hoult– , y a lo largo de esta historia las vemos caer frente a nuestras narices. Tyler está escondido detrás de una serie de fantasías que él mismo se creó sobre quién es”.
Al principio, la relación de Tyler con Margot parece romántica, pero en realidad Tyler contrató a Margot, una acompañante, para que vaya con él a cenar. Su dinámica cambia a medida que avanza la velada y empiezan a develarse más detalles acerca del plan del chef Slowik.
Hoult señala: “Margot está allí representando un papel que le encargó Tyler para esa noche: la chica popular con la que nunca pudo tener citas cuando estaba en la escuela”.
La crítica y su editor
Lillian Bloom, interpretada por la actriz nominada a un Premio de la Academia Janet McTeer (Ozark, El secreto de Albert Nobbs), es una reconocida crítica de gastronomía cuyas reseñas tienen el potencial de hacer despegar o destruir la carrera de un chef. A lo largo de sus años en la industria gastronómica, Lillian se fue volviendo arrogante y
extremadamente ególatra. Tiene una historia con el chef Slowik, a quien dice haber descubierto. Durante la cena, en la mesa central del Hawthorn, la acompaña su ladero y sumiso editor, Ted, interpretado por Paul Adelstein (Mothers and Daughters, El amor cuesta caro).
“Mi personaje es alguien que adora la comida y adora los restaurantes –dice McTeer–, pero en algún momento dejó de tratarse de la comida y todo empezó a girar en torno a la crítica, a ser ingeniosa. Ella se convirtió en el centro. Es una persona sumamente respetada y se siente importante”.
“Es real que Lillian dio a conocer al chef Slowik; hay varias situaciones en las que se nota que Ted y Lillian se atribuyen el éxito del cocinero –añade Adelstein–. Creo que hay un juego de espejos interesante y divertido entre Ted y Lillian, porque Ted se atribuye el éxito de Lillian. Siempre quiere igualarla, pero sin impedir que sienta que ella es el alfa en el par”.
Para prepararse para el papel, McTeer habló con la chef y autora de gastronomía Ruth Reichl. Lillian representa precisamente todo lo que no debería ser un crítico. McTeer explica: “Con Ruth hablamos acerca de cómo en determinado momento todo empieza a girar alrededor del crítico. Pero un buen crítico gastronómico debería ser anónimo. Lo ideal es cuando su presencia pasa inadvertida en un restaurante. Pero mi personaje se aparece con el cabello rosado y un traje llamativo, para que todos sepan que está ahí”.
La celebridad y su asistente
La estrella de cine, que en la historia no tiene nombre a propósito y es interpretada por John Leguizamo (Peleando por mi vida, Moulin Rouge!), espera poder facilitar la transición de una carrera actoral estancada en el fracaso a la conducción de un programa de viajes y gastronomía, así que llega al restaurante como parte de su preparación. Va acompañado por Felicity, su asistente, interpretada por Aimee Carrero (La oferta, Paseo en el limbo), quien está desesperada por renunciar y alejarse de este hombre.
“Mi papel es el de un actor estadounidense egocéntrico superirritante, y completamente engreído –explica Leguizamo–. Su carrera está en declive, así que su conducta se vuelve incluso más desagradable y errática. Con Aimee realmente pusimos en juego todos los comportamientos tóxicos que se dan entre los actores y sus asistentes. Ella se alimenta de mis inseguridades y yo de las de ella. Ninguno de los dos sabe en realidad qué hacer en un lugar como Hawthorn”.
Para Carrero, la relación entre el actor y Felicity fue una forma de abordar el poder. Aunque al principio Felicity parece una buena persona, pronto queda claro que tiene el mismo nivel de arrogancia y privilegio que el resto de los comensales.
“Aunque sea su asistente, es la que tiene todo el poder en la relación –cuenta Carrero–. Su madre es una ejecutiva importante en un estudio. Quiere que esta sea su última noche de trabajo para la estrella de cine, pero él no quiere saber nada con la idea. En realidad, Felicity siente mucho afecto por él, pero no lo respeta. Cuando sientes que haces todo por una persona, empiezas a acumular resentimiento. A veces se le hace complicado lidiar con el ego frágil del actor”.
La pareja acaudalada
Richard y Anne, interpretados por los ganadores del Tony Award Reed Birney (Mass, The Hunt) y Judith Light (tick, tick... BOOM! Transparent), son una pareja de personas mayores de buen pasar que ya visitaron el Hawthorn varias veces. Aunque son clientes habituales, no parecen disfrutar, o siquiera recordar, la experiencia gastronómica que ofrece el chef Slowik. Birney y Light se conocen desde 1982, pero nunca habían trabajado juntos. Los actores querían representar el tipo de pareja de muchos años que hace tiempo que no tiene nada en común.
“Richard y Anne son el tipo de personas que una ve sentadas en un restaurante sin dirigirse la palabra en toda la noche –explica Light–. Fueron once veces al Hawthorn, son adinerados y van a lugares solo porque pueden hacerlo”.
A lo largo de la noche se develan secretos sobre Richard, quien parece reconocer a Margot. A medida que va aumentando la tensión y se empieza a ver mejor hacia dónde va la velada, Anne deja de ser tan sumisa y empieza a decir lo que piensa al descubrir que fue traicionada.
“Esta experiencia de esta noche saca a relucir su coraje, su capacidad de verbalizar una verdad que conoce hace tiempo. Es una verdad que se negaba a aceptar antes de esto, algo bastante pesado”, dice Light sobre Anne.
Los de la industria de la tecnología
Otra de las mesas tan codiciadas (y fatídicas) es la que ocupan los irritantes jóvenes Bryce, Soren y Dave, un grupo de empleados del área de tecnología, interpretados por
Rob Yang (La cocina, Succession), Arturo Castro (Broad City, Billy Lynn: honor y sentimiento) y Mark St. Cyr (Marshall). El trío trabaja para Doug Varick, propietario del Hawthorn, lo que exacerba su actitud arrogante y desagradable. Los personajes representan al nuevo rico privilegiado muy presente en la escena gastronómica de los últimos años. Todos están acostumbrados a presentar cuentas de gastos siderales.
“En la era de la tecnología hubo un boom de la industria y quienes estaban allí en primera línea pudieron hacerse ricos realmente muy rápido. A estos personajes, el poder que trae el dinero se les subió a la cabeza. Son jóvenes y ricos, y no tienen ningún inconveniente en ostentar, aunque ninguno parece provenir de una familia de clase alta tradicional y adinerada”, dice St. Cyr.
Castro, quien interpreta a Soren, tenía una idea de la vibra de su personaje después de haber aparecido en la serie de televisión Silicon Valley.
“Son tipos que sienten que les corresponden todos sus privilegios –señala Castro–. Resienten a cualquier persona o situación en la que se les niega algo o cuando las cosas no se hacen como ellos quieren. Sin embargo, en algún sentido creo que Rob y Mark tienen una gran vulnerabilidad que aporta más dimensión a sus personajes”.
“Bryce tiene un enorme conflicto interior con el curso que tomó su vida, incluso teniendo tanto dinero. Tiene esta idea medio idiota de que puede solucionar todo con dinero. Para mí, esta película es como poner un espejo frente a cada uno de los comensales. Hay una dinámica real en la historia entre las personas privilegiadas a quienes no les importa el prójimo y el lado de los que trabajan para ellos. Es acerca de quienes dan y quienes toman”, reflexiona Yang.
El personal
El personal de Hawthorn vive en la isla donde está ubicado el restaurant, comparten una barraca. Se comportan como si fueran parte de una secta y trabajan con precisión y una dedicación expresa hacia el chef Slowik. La mano derecha del chef es Elsa, interpretada por Hong Chau (Pequeña gran vida, Watchmen). Es estricta, formal y hace lo que el chef ordena sin jamás cuestionar nada. La primera línea del restaurante incluye también al sommelier (Peter Grsoz), y a los sous chefs, Katherine (Christina Brucato) y Jeremy (Adam Aalderks).
“Elsa no pierde la compostura bajo ninguna circunstancia y lo único que le interesa es seguir y concretar el plan del chef Slowik –explica Chau–. Es un personaje muy enigmático. No sabemos mucho de ella. Uno de los desafíos fue que había muy poca
información sobre ella en el guion. Mark y yo hablamos mucho acerca de cómo darle más dimensión y humanizarla. Me parece que es interesante que el público se haga preguntas sobre ella y que esas preguntas queden sin respuesta”.
La relación entre el chef Slowik y su personal da cuenta de cómo creen firme y completamente en su visión. Siguen el plan de la velada casi a ciegas, sin importar las posibles consecuencias.
“Elsa admira al chef Slowik como un modelo a seguir por su tenacidad y por no alejarse de sus convicciones –continúa Chau–. Creo que a veces es muy difícil para las gente que trabaja en una industria de servicios mantenerse firme en sus convicciones, porque existe esa idea de que el cliente siempre tiene razón y que uno está para servirlo y nada más”.
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LA EJECUCIÓN
EL MENÚ se filmó en Savannah, Georgia, y sus alrededores, en el otoño de 2021. Mylod trabajó junto al director de fotografía Peter Deming, que tiene una gran experiencia en la filmación de películas de terror y thrillers, como en Sueños, misterios y secretos y La cabaña del terror.
“Peter conoce muy bien su arte, es brillante a la hora de ubicar las cámaras y diseñar la iluminación –dice Mylod–. Hablamos de mostrar una evolución, como un foco que siguiera a los personajes para generarles presión. Queríamos que el lugar transmitiera cierta frialdad emocional, pero no tanta como para que resultara incómodo mirar la película. Y logró hilar la idea en la escena, que se veía natural y también hermosa”.
Mylod quería que todo el reparto estuviera en el set en todas las escenas, incluso en las que no participaban. Los alentó a que trajeran todo lo que habían investigado para sus personajes y lo hablaran entre ellos. Como los trasfondos y los sets fueron creados con tanta precisión, el reparto pudo aprender fácilmente sus movimientos. Cada escena estuvo cuidadosamente coreografiada.
“Puse énfasis en filmar de manera que hubiera dos cámaras cubriendo los momentos espontáneos, para poder tomar el todo y no necesitar manipularlo con otras tomas actuadas –explica Mylod–. Así, los actores pudieron experimentar, especialmente Ralph, siempre dentro de los parámetros del espectro de comportamiento del chef”.
La filmación fue en general un proceso que los actores y actrices disfrutaron, con frecuencia inspirándose en la actuación de sus pares. “Mark crea un espacio seguro en el que puedes improvisar si quieres –dice Leguizamo–. Estar en esta película fue como ser parte de una clase magistral de actuación. Cuando filmaban las escenas de Reed y
Judith todo el reparto estaba en el set mirando, y todos aplaudíamos. Y luego era el turno de una escena entre Paul y Janet y todos mirábamos maravillados. Fue increíble”.
El mundo de Hawthorn
Aunque la acción de la película juega con los límites de la realidad, era importante crear un mundo cinematográfico que se sintiera auténtico. Hawthorn, que comparte su nombre con el de una flor que tiene un perfume muy desagradable (la flor del majuelo, en español), tenía que ser lo más real posible y evocar un destino de lo mejor de la gastronomía mundial. Para crear este restaurante contemporáneo con muy pocas plazas y los edificios que lo rodean, Mylod convocó al diseñador de producción Ethan Tobman (Free Guy: tomando el control, Reporte clasificado, La habitación), quien encontró en la película el maridaje perfecto de sus dos grandes pasiones: la comida y el cine. Tobman vio de inmediato la oportunidad de hacer algo único que potenciara la experiencia.
“Cada decisión de diseño que tomo está orientada por la perspectiva de un personaje y su recorrido emocional –explica Tobman acerca de su proceso–. Desde el principio, Mark y yo trabajamos a partir de la idea de que el chef Slowik se inspira en la naturaleza. Cada ingrediente que elige para un plato es algo que forma parte de su paisaje, porque se inspira en la creación divina y las formas naturales y orgánicas. Sin embargo, la ironía está en que el proceso se volvió perverso para él”.
Como la mayor parte de la película transcurre dentro del Hawthorn, era importante considerar hasta el más mínimo detalle. La cocina donde el chef Slowik y su equipo crean sus platos evoca una iglesia, un lugar de veneración. Literalmente, tiene una cruz en la pared del fondo. El baño donde Margot va en busca de algo de tranquilidad en un momento de la velada tiene una pared de roca rústica que expresa el tema recurrente del choque entre modernidad y naturaleza. También está la enorme puerta cerrada con llave, que sugiere que hay más por descubrir de ese mundo. Para ese portal, que aparece en dos lugares diferentes de la isla Hawthorn, Tobman se inspiró en los frescos florentinos y en la película de Luis Buñuel de 1962, El ángel exterminador.
Dentro del restaurante hay dos esculturas que fueron creadas para el set por Ben Butler. La decoración del salón es rígida y minimalista, mientras que la cocina transmite una sensación más caótica. Muchos de los muebles son incómodos a propósito. El set y los
ángulos de cámara se fueron moviendo apenas a medida que avanzaba la historia, para reflejar cada paso del menú.
“El restaurante se va transformando a lo largo de la película –explica la decoradora de la escenografía, Gretchen Gattuso–. Va evolucionando de un plato a otro. Mi interrogante más importante fue cómo iba a hacer evolucionar el set. La película está escrita de una manera muy interesante: el lugar es sumamente exclusivo y privado y es una experiencia absolutamente única para las personas que llegan al restaurante, que solo tiene doces plazas. Su cocina es tan grande como el lugar para los comensales. Tratamos de incorporar algunos elementos de fuego, con llamas abiertas, porque es una tendencia nueva en los restaurantes y los chefs están empezando a incorporarla a sus cocinas”.
A lo largo de la comida y antes de que se ponga el sol sobre el agua, el paisaje exterior se puede ver a través de una ventana panorámica, para transmitir el mensaje subliminal de que hay que escapar. La vista es una referencia al expresionismo alemán y la arquitectura de Finlandia. “Es teatral, asimétrica, impresionante y austera –destaca Tobman–. Tiene algo escalofriante”.
El equipo de producción se inspiró en algunos restaurantes famosos para diseñar el set y los platos del menú, incluidos el ahora cerrado restaurante sueco Fäviken, a cargo del chef Magnus Nilsson; el aclamado restaurante catalán El Bulli, producto de la visión del chef Ferran Adrià; el French Laundry, de Thomas Keller, ubicado en Sonoma; y el trabajo de René Redzepi, chef del exclusivo restaurante danés Noma.
“Por un lado, queríamos que reflejara exclusivamente la visión de Slowik –explica Tobman acerca del Hawthorn, cuyo estilo define como “modernismo rústico”–. “Desde que llegas a la isla hay vistas muy impactantes, que no se ven en el mundo real. No es un lugar real. Es una referencia clara al tipo de experiencia que van a tener allí. Además,
ninguno de los platos es ni remotamente práctico. Crearlos requiere un equipamiento de veinte mil dólares y, si no se consumen dentro de los tres minutos, se caen. La naturaleza se retrata de manera similar. Se la alteró o empujó o trajo hacia formas geométricas específicas que no existirían de no ser por la intervención humana”.
Si bien el interior del Hawthorn fue una escenografía, el exterior se creó en una locación real en Savannah, Georgia. Tobman y su equipo cubrieron un cobertizo que ya existía, que por lo general se usa para bodas, con una fachada de concreto, y usaron mantillo negro y piedra caliza blanca para completar la evocadora entrada al restaurante. La enorme puerta, que rota para abrir e invitar a los comensales a ingresar, es un punto focal imponente que da la sensación de haber entrado a una prisión cuando se cierra. También se filmó en locaciones en Ft. McAllister State Park, World Trade Center Atlanta, Skidaway Island Community Gardens, Driftwood Beach en Jekyll Island, Hampton Island Retreat y Tybee Island, todas en Georgia.
Los platos
En la cocina de Hawthorn, el chef Slowik conceptualiza platos de comida que son obras de arte inspiradas en el entorno. Con cada plato que llega, el diseño visual debe transmitirle dos cuestiones emocionales al público: en qué momento emocional se encuentra la historia y qué tan absurda llega a ser. Para lograrlo, y para elaborar platos que los actores y actrices pudieran comer, los realizadores trabajaron con la aclamada chef Dominque Crenn, que obtuvo tres estrellas Michelin por su restaurante Atelier Crenn en San Francisco.
“Colaboró con la producción con su mirada experta en la mecánica que supone dirigir un restaurante de primer nivel –señala el productor McCay–. Dominique es una de las mejores chefs del mundo. Pero quizá su mayor contribución haya sido aportar perspectiva en cuanto a cuestiones de género, raza y la dinámica de las relaciones entre trabajadores y empleadores que existen en todas las cocinas profesionales”.
Juan Contreras, socio de Crenn y su chef ejecutivo de pastelería, se sumó a Crenn y fue quien cocinó y presentó los platos que aparecen en pantalla. La pareja trabajó junto a la estilista culinaria Kendall Gensler, que los ayudó a adaptar cada plato para que se viera bien en cámara y con la iluminación del set. El resultado final fueron platos visualmente atractivos que además eran completamente comestibles.
“Todos los platos que creamos a partir de las ideas de los guionistas y del director fueron por momentos difíciles, pero al mismo tiempo sumamente interesantes de elaborar – explica Crenn–. Me alejó un poco de lo que hago en la vida real, pero a la vez me permitió crear algo que no había hecho nunca antes. Fue muy divertido”.
“Me obsesionaba la autenticidad –añade Mylod–. Dominique Crenn fue clave en nuestro proceso. Es una chef increíble, de primer nivel, y su comida es extraordinaria por su arte, pero también porque tiene calidez emocional. Una de las cosas específicas que buscábamos era que las creaciones del chef Slowik fueran emocionalmente frías. Que fueran hermosas pero, en algún punto, sin vida. Obviamente es una extensión de la situación de su alma y su mente en el momento en el que transcurre la historia. Esto permitió a Dominique hacer su papel al crear el menú del chef. Fue parte de la atracción para ella, además de poder jugar un poco con excesos divertidos en su arte. Enseguida se entusiasmó con el juego”.
Los productores también llamaron al chef local de Savannah John Benhase para que le enseñara al personal de cocina a usar los cuchillos, a emplatar y el protocolo de trabajo en la cocina de un restaurante. Era importante que el personal del chef Slowik se moviera
en una coreografía practicada y uniforme al servir cada plato a los comensales. Se tuvo muy en cuenta lo que ocurría de fondo en la cocina del Hawthorn para que transmitiera que el personal, en gran medida interpretado por actores locales con experiencia en gastronomía, estaba preparando el próximo plato mientras se desplegaba el drama en el salón.
“Se trata de un menú fijo, muy preciso, para una cantidad muy reducida de personas, así que todo está planificado y coreografiado, esto es así tanto en la realidad como en la película –explica Benhase–. Por eso los movimientos de fondo eran verdaderamente intencionales, para garantizar que nada pareciera fuera de lugar o que no estaba planificado. Después pude añadir autenticidad a la precision, para lograr un buen equilibrio y que pareciera completamente real”.
“Nos concentramos especialmente en que cada paso estuviera planificado, para que lo que estuviéramos cocinando fuera siempre el plato que seguía. Todo se hizo en orden cronológico”, agrega.
Los platos tenían que estar inmaculados y coordinados con el guion. Uno en particular, “Man’s Folly” (algo así como “El capricho del hombre”), como lo bautizó Crenn, es una alusión crítica al sexismo instalado en la industria. El plato final de una comida es un postre que cubre toda la superficie de la mesa como una especie de cuadro de Jackson Pollock lleno de gotas salpicadas y remolinos. Ese plato fue un gran desafío para el equipo.
David Gelb, el creador de Chef’s Table, junto con la colaboradora de la serie, Chloe Weaver, colaboraron como consultores con los realizadores y la producción para las tomas de primeros planos de la comida, siguiendo el estilo de la dirección de fotografía principal.
“Cuando añadimos esas tomas sentí realmente que la película estaba esencialmente bien hecha –recuerda Mylod–. Sentí que habíamos logrado el equilibrio entre sátira y food porn que buscábamos. La comida es real. Con estos primeros planos y el nivel de autenticidad que buscábamos, hubiera sido muy difícil hacerla con utilería. Todo lo que aparece en cámara era real”.
Los estilos
La precisión en la apariencia de los personajes también era esencial, tanto en términos de vestuario como de peinado y maquillaje. La diseñadora de vestuario Amy Westcott (El cisne negro) estudió restaurantes con estrellas Michelin, miró fotos tanto de los chefs
como de las personas que suelen frecuentar estos restaurantes. La directiva de Mylod fue que todo estuviera anclado en la realidad, y que no hubiera demasiado estilismo ni fantasía.
“Quería que fuera bien realista, para que las personas que trabajan en estos mundos lo vieran auténtico –explica Westcott–. Los detalles tenían que ser los correctos, pero también era importante darle algo interesante; queríamos que hubiera pequeños detalles de clase y pequeñísimos toques que solo pudieran verse al prestar mucha atención”.
El punto de partida para el vestuario del personal de cocina fue el del chef Slowik. Sus uniformes, bordados con una H de Hawthorn evocan el suyo. El ambo del chef tiene cuello mao, que sugiere un carácter clerical.
“No quería que el vestuario decidiera por uno quién era la persona –dice Westcott–. Se trató de que fuera lo más inmaculado, sencillo, limpio y zen posible. Nos decidimos por la chaqueta recta, que no es lo habitual en un chef, que por lo general usan una cruzada. El énfasis estuvo puesto en el calce y en que se viera hecha a medida, que no sobrara por ningún lado ni tuviera pliegues ni arrugas. A veces los chefs usan unos sacos grandes. Realmente queríamos diferenciarlo del chef regular, pero que no dejara de ser realista en ese mundo”.
“Es como el líder de una secta –añade Fiennes–. Tiene un personal de cocina completamente devoto. Una de las primeras cosas que le dije a Mark, especialmente en la conversación con Amy, quien diseñó el vestuario, fue que no tenía que haber ninguna indicación en su uniforme de que fuera alguien fuera de lo común. Debía ser como el traje de un cura o un cirujano. Nos deshicimos de cualquier adorno, galón o insignia. Para él la comida es como una religión”.
Al otro lado del espectro, la apariencia de cada comensal revela algo sobre su personalidad y su relación con el arco narrativo. Margot lleva un vestido violeta brillante, lo único violeta que aparece en la película. Su cabello rojo también se destaca en el entorno moderno de líneas neutras. Lleva botas para mostrar un lado más duro que se yuxtapone con su vestido sexi y glamoroso. “Lo que se ve de Margot es lo que ella quiere que se vea –señala Westcott–. Es lo que ella vende”.
Los hermanos tecnológicos usan trajes costosos con mocasines sin medias, mientras que el color rosado brillante del cabello de Lillian y su atuendo colorido la hacen resaltar entre el resto. El traje de Tyler, algo más elegante de lo que uno elegiría para cenar en un restaurante, refleja sus expectativas para la velada.
“Son trajes con una confección hermosa, pero además creo que resumen a la perfección a los personajes y los individualizan –dice Hoult–. Usamos el mismo vestuario durante
toda la película, así que tenía que ser justo para esos momentos. Había que capturar los instantes. Cuando me mostró los bocetos y las ideas para este traje y me describió su idea de quién era Tyler, entendí de inmediato”.
Para Anne, el personaje de Judith Light, Westcott quería un vestido que se fusionara con el ambiente, casi como si el propio personaje desapareciera en la escena. Light cuenta que se probó muchísimas cosas diferentes hasta que “por fin encontramos el vestuario perfecto para este personaje. Los zapatos que usé eran del mismo color que el vestido y la perfección de las perlas me daba ese aire de dama de la alta sociedad”.
La jefa del departamento de peinados, Adruitha Lee y la de maquillaje, Deborah LaMia Denaver colaboraron para garantizar que la apariencia de cada personaje se viera genuina en el marco de la historia. Fue algo complicado instrumentarlo, ya que la historia tiene lugar a lo largo de varias horas, pero también fue un desafío creativo. La apariencia de todos los comensales se va degradando poco a poco y se deteriora a medida que avanza la velada, comenzando con el viaje en bote hasta la isla de Hawthorn.
“Queríamos que llegaran perfectamente arreglados y se vieran deslumbrantes, pero el viaje en bote y la humedad hacen lo suyo –señala Denaver–. Cada personaje tiene sus particularidades y queríamos que cada actor tuviera una apariencia bien definida”.
“Deslumbrantes pero no predecibles –añade Lee–. Les agregamos un poco de dramatismo. A medida que avanzaban las escenas, los personajes se veían cada vez más extenuados, algo que hicimos deliberadamente”.
para el postre
EL PLATO
Al igual que sus personajes, EL MENÚ no es lo que parece ser al principio. Con cada plato se revela un nuevo aspecto de la historia, para que el espectador se embarque en una aventura inesperada y tormentosa con los comensales del Hawthorn. Como se trata de un thriller satírico, la película reflexiona sobre cuestiones profundas, pero sin querer dar lecciones morales. Es oscura y desconcertante, pero también divertida.
“La sátira es de esas cosas que nos generan una risa nerviosa y no sabemos bien por qué, pero oímos al resto del público reírse también –dice Taylor-Joy–. Si no lo podemos ver en nosotros mismos, podemos ver nuestro mundo reflejado. Sin embargo, también
despierta risas y creo que esa es una gran forma de procesar emociones. Mis películas favoritas son las que nos dejan pensando y con ganas de comentar sobre lo que vimos”.
“El poder de la sátira está en que aligera el golpe. Cuando estás riendo estás abierto y dispuesto. Se dice que la risa es un grito sin miedo ni juicio de valor. Cuando estás tan abierto y de repente recibes el golpe de la dura realidad, significa que te desarmó”, añade Castro
Si bien los acontecimientos de EL MENÚ se codean con el absurdo, también invitan a reflexionar acerca de cómo interactuamos con quienes nos sirven.
“Me siento muy agradecida de haber podido ser parte –dice Crenn–. Es importante que la gente entienda que la cocina no es solo preparar comidas. Es mucho más complejo que eso. Como humanos, muchas veces atravesamos contradicciones. Es importante ser un poco más respetuosos y tener más registro de quienes nos rodean, especialmente si servimos comida a otras personas. Y no entrar a un restaurante con la actitud del que tiene derecho a todos los privilegios y que llega a que le sirvan. Creo que esta película va a llevar mucho respeto a nuestra industria. Puede ser una película oscura, pero creo que invita a reflexionar y tomar conciencia acerca de muchas cosas”.
“Es una película muy entretenida, pero espero que más allá de lo grotesco de los personajes y la exclusividad delirante, también deje un mensaje o despierte alguna pregunta –añade McKay–. En un mundo ideal, algunos de los espectadores podrían empezar a hacerse preguntas sobre la industria de los servicios, el entretenimiento y nuestra relación con la comida”.
Por último, Mylod espera que EL MENÚ sea a la vez entretenimiento y una vidriera para mostrar el nivel impresionante e innegable de arte detrás de la alta gastronomía, que es una forma de expresión que empezó a valorar de otra manera gracias a la película.
“Lo que aprendí es lo increíblemente difícil que es estar entre los mejores y sostener ese mundo –reflexiona–. Miro a esos chefs que mantienen su arte, su inventiva y siguen evolucionando y no tengo idea de cómo lo logran. Es un trabajo inmenso e increíble en todos los niveles, desde las personas que llevan tu pedido hasta las que crean los menús, es una industria sumamente dura. Hacerlo noche tras noche… Me inspiran un enorme respeto. Espero que el público también pueda apreciarlo”.