Un anhelado éxito para la supremacía mutante
Después de algo tan desastroso como X-Men The Last Stand, todos pensamos que hasta ahí había llegado la franquicia. Trataron de hacer mercado con los spin-off como los de Wolverine y tenían otros, pero no los tuvieron en planes serios.
La decisión fue contundente y se puso en marcha inmediatamente, la idea era mostrar los inicios de los X-Men. Una película centrada en la amistad de Erick (Magneto) y Charles (Profesor X).
Le dan un origen a Mistique, era algo que hacía falta y no esperábamos verlo. Es interesante ver como los caminos de Erick y Charles se cruzan, uno por venganza y el otro por esperanza.
El enemigo es Sebastián Shaw, un mutante que puede absorber energía para luego expulsarla y al mismo tiempo le da juventud. Este es incansablemente buscado por Erick, pues es el responsable de la muerte de su madre.
Lo interesante es buscar a los primeros mutantes para que se unan a su equipo, un equipo inicial diferente al de los cómics. Erick y Charles se hacen cada vez más amigos mientras buscan a sus compañeros de misión. Inclusive en esta búsqueda vemos a Logan, que los rechaza.
Vemos como poco a poco Erick va adquiriendo la mentalidad anti-humanos. Un ideal que vemos desde la película de X-Men (2000), y ya sabemos cuál es su origen.
Charles no está de acuerdo con ese ideal y tiene una confrontación con él. Que como resultado, deja a Charles inválido.
En conclusión, una buena película de origen. Explican bien la secuencia de historia, buena acción y una historia que nos mantiene al hilo. La franquicia de X-Men definitivamente con esto fue renacida como un fénix, de las cenizas.
Mañana volvemos con el especial Yumers. Renaciendo con el Fénix Oscuro: X-Men: Days Of The Future Past.